viernes, 24 de abril de 2009

Jorge Aulicino: Buenos momentos en el sanatorio



Buenos momentos en el sanatorio


Se distrae en el sanatorio mirando
reproducciones de Claude Monet.
Se detiene frente a la de Port d`Argenteuil
que está frente a la cocina.
No le interesa ya el “efecto Monet” que venía siguiendo
sino la copa de esos árboles al otro lado del río.
“Este es un cuadro naturalista”, se dice,
“puesto que Monet atrapó la felicidad de esos árboles.
¿O la felicidad de esos árboles sólo la vemos Monet y yo?
Pero sin duda es la misma felicidad que yo veo en los árboles reales”.

De pronto se abre a su espalda una puerta
y el pasillo es invadido por la fragancia del café.
Como si abriera una grieta en su pensamiento
otro éxtasis.


De: Hombres en un restaurante, 1994.
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Jorge Aulicino nació en Buenos Aires en 1949.
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Edgar Bayley (1919-1990): La claridad



La claridad


Me ha tentado siempre la claridad
Y la claridad se me ha negado a veces
Como un pájaro que vuela en sueños
Y cae y sigue cayendo
Sin volar
Como peso muerto

Me ha tentado siempre la claridad
Especialmente la claridad de las hojas de saúco
También la claridad del guijarro
Y de las ramas de abeto
Y la rápida y voraz claridad de una salamandra

He querido tener claridad para mirar
Los terrones del campo recién removido
Y para mirar también el mismo arado
Y el agua que se desliza límpida por la acequia

Claridad he querido para recorrer tantos sueños
Y glorias y poderes y dispersas situaciones y gentes
Y para estar en el aire sin ausentarme del fuego

Me ha tentado siempre la claridad
De estar totalmente en cada flor
En cada herida o condena o semilla
He querido tener claridad para vivir

Y cuando al fin pude definir la claridad que yo buscaba
Advertí cuánto sueño y plumón y roja tierra
Y confusión y olvido hacen falta para comprender claramente
Y estar aquí con total lucidez sentado a la vera del camino
Avivando el fuego bajo el cielo y el polvo de las horas

Y como me ha tentado siempre la claridad
Aquella vez cuando bajo un abierto y extendido sol
Comenzaron a encresparse las aguas de la bahía
Hasta adquirir un tinte violáceo
Y un gran pájaro blanco surgió de repente de entre las nubes
Batiendo sus alas y revoloteando suavemente a mi alrededor
Decidí que era el momento de arrojar estas palabras al mar
Porque la claridad que tanto he buscado
Sólo está en algunos silencios
En algunos espacios en blanco
Antes y después de unas pocas y triviales palabras


De: Alguien llama, 1983
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Néstor Mux: Cuaderno escolar



Cuaderno escolar


1956 es un año que se repite en los márgenes.
Hay arañas inocentes dudando en la caligrafía.
Hay temas demasiado áridos como para que aquel cachorro
de perro o de hacedor de versos
les encontrara algún sentido.
Pero al abrirlo y sentir el olor a la tinta apagada,
cerrando los ojos me he vuelto a ver
en el patio modesto, de pie
junto a la silla de mi madre.
Ella tratando de enseñarme a dividir.
Yo comenzando a llorar porque no entiendo.


De: Poemas (1985)

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Néstor Mux, La Plata, 1945.
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