TALLER MARCELO STEBLAK
(La
Plata, 1965)
ENCUENTRO CON NÉSTOR MUX
(ENCUENTRO CON LA POESÍA)
Por fin la espera dejó de serla. Llegó el
jueves 2 de agosto donde nos convoca el Taller Literario Mundo Despierto de
José María Pallaoro al encuentro con Néstor Mux, poeta que nació en La Plata en
1945.
Llegamos al Taller con Adriana con la
grata sorpresa de que Néstor ya nos estaba esperando junto a José María. Ese
hecho en sí mismo me pareció de una
humildad increíble, de esas personas que
trasmiten su arte sin pedir nada a cambio.
Los demás participantes: Mirta, César,
Camila y Laura, tía de Camila, fueron
entrando al departamento para comenzar un jueves distinto.
Néstor extendiendo su mano para un saludo
cordial y con algunas preguntas sobre
cada uno de nosotros producía en ese primer contacto la ruptura de la
distancia.
José María empezó leyendo un fragmento del
capítulo “Poesía y poema” del libro El
arco y la lira de Octavio Paz. Fue el disparador para una noche especial.
La poesía es conocimiento, salvación, poder, abandono. Operación capaz
de cambiar al mundo, la actividad poética es revolucionaria por naturaleza;
ejercicio espiritual, es un método de liberación interior. La poesía revela
este mundo; crea otro. Pan de los elegidos; alimento maldito. Aísla; une.
Invitación al viaje; regreso a la tierra natal. Inspiración, respiración,
ejercicio muscular. Plegaria al vacío, diálogo con la ausencia: el tedio, la
angustia y la desesperación la alimentan. Oración, letanía, epifanía, presencia.
Exorcismo, conjuro, magia. Sublimación, compensación, condensación del
inconsciente. Expresión histórica de razas, naciones, clases. Niega a la
historia: en su seno se resuelven todos los conflictos objetivos y el hombre
adquiere al fin conciencia de ser algo más que tránsito. Experiencia,
sentimiento, emoción, intuición, pensamiento no dirigido. Hija del azar; fruto
del cálculo. Arte de hablar en una forma superior; lenguaje primitivo.
Obediencia a las reglas; creación de otras. Imitación de los antiguos, copia de
lo real, copia de una copia de la idea. Locura, éxtasis, logos. Regreso a la
infancia, coito, nostalgia del paraíso, del infierno, del limbo. Juego,
trabajo, actividad ascética. Confesión. Experiencia innata. Visión, música,
símbolo. Analogía: el poema es un caracol en donde resuena la música del mundo
y metros y rimas no son sino correspondencias, ecos, de la armonía universal.
Enseñanza, moral, ejemplo, revelación, danza, diálogo, monólogo. Voz del
pueblo, lengua de los escogidos, palabra del solitario. Pura e impura, sagrada
y maldita, popular y minoritaria, colectiva y personal, desnuda y vestida,
hablada, pintada, escrita, ostenta todos los rostros pero hay quien afirma que
no posee ninguno: el poema es una careta que oculta el vacío, ¡prueba hermosa
de la superflua grandeza de toda obra humana!
¿Cómo no reconocer en cada una de estas fórmulas al poeta que la
justifica y que al encarnarla le da vida? Expresiones de algo vivido y
padecido, no tenemos más remedio que adherirnos a ellas —condenados a abandonar
la primera por la segunda y a ésta por la siguiente. Su misma autenticidad
muestra que la experiencia que justifica a cada uno de estos conceptos, los
trasciende. Habrá, pues, que interrogar a los testimonios directos de la experiencia
poética. La unidad de la poesía no puede ser asida sino a través del trato
desnudo con el poema.
Al preguntarle al poema por el ser de la poesía, ¿no confundimos
arbitrariamente poesía y poema? Ya Aristóteles decía que «nada hay de común, excepto
la métrica, entre Hornero y Empédocles; y por esto con justicia se llama poeta
al primero y fisiólogo al segundo». Y así es: no todo poema —o para ser
exactos: no toda obra construida bajo las leyes del metro— contiene poesía.
Pero esas obras métricas ¿Son verdaderos poemas o artefactos artísticos,
didácticos o retóricos? Un soneto no es un poema, sino una forma literaria,
excepto cuando ese mecanismo retórico —estrofas, metros y rimas— ha sido tocado
por la poesía. Hay máquinas de rimar pero no de poetizan Por otra parte, hay
poesía sin poemas; paisajes, personas y hechos suelen ser poéticos: son poesía
sin ser poemas. Pues bien, cuando la poesía se da como una condensación del
azar o es una cristalización de poderes y circunstancias ajenos a la voluntad
creadora del poeta, nos enfrentamos a lo poético. Cuando —pasivo o activo,
despierto o sonámbulo— el poeta es el hilo conductor y transformador de la
corriente poética, estamos en presencia de algo radicalmente distinto: una
obra. Un poema es una obra. La poesía se polariza, se congrega y aisla en un
producto humano: cuadro, canción, tragedia. Lo poético es poesía en estado
amorfo; el poema es creación, poesía erguida. Sólo en el poema la poesía se
aisla y revela plenamente. Es lícito preguntar al poema por el ser de la poesía
si deja de concebirse a éste como una forma capaz de llenarse con cualquier
contenido. El poema no es una forma literaria sino el lugar de encuentro entre
la poesía y el hombre. Poema es un organismo verbal que contiene, suscita o
emite poesía. Forma y substancia son lo mismo.
Una de las primeras apreciaciones de
Néstor sobre el texto de Paz es que está muy bien. Resalta cómo los opuestos
definen con maestría lo que representa la poesía. Ostenta, según Mux, todos los
rostros y no representa a ninguno (risas de Néstor). En este fragmento, en la
primera línea, el poeta se perdió en la palabra “poder”. Él nunca advirtió
dominio sobre nada. Nos dice que la intención del poeta es crear un puente entre el lector y el escritor.
César, en ese instante, nos lee una parte de
su reseña donde hace hincapié en que la
poesía de Néstor es una catarsis de sentimientos, que transpira honestidad
artística y personal. Palabras que llegan hondamente al autor.
¿Qué es lo que hace que un texto sea un
poema?
En la naturaleza hay seres vivos:
personas, animales, plantas. El poema para ser tal tiene que ser un agregado a
esa naturaleza, tiene que estar vivo al abrir el libro. La poesía dice lo que
otros géneros no pueden decir (lo indecible). Mirta hace referencia a un poema que le gustó mucho “Posesiones”. Mux
dice que utiliza lo material (la “sartén”) como excusa para transcender, en lo
sencillo encuentra el pretexto para revelar lo que nos quiere transmitir. Y nos
lee su poema.
¿Cómo
fue tu encuentro con la poesía?
A los 18 años formé un grupo con Oteriño,
Ponce de León y Dillon, con quienes editamos una serie de cuadernillos. Fueron
aproximaciones malas a la poesía. En esos tiempos pegábamos afiches en la
calle. En ese acto de rebeldía conocí a
quien fuera mi mujer durante 33 años.
¿Por qué empezó a escribir?, preguntó
Camila. Para sorpresa de todos nos respondió que no sabía. Entonces quise saber
cuándo sintió que encontró su tono, su voz. A partir de Nosotros en la tierra (1968), dice.
César lee otro párrafo de su reseña donde
nos dice que el mundo de Mux no difiere en apariencia del mundo de cualquiera
de nosotros: las cosas de la casa, los recuerdos de la infancia, la familia. En
ese momento recuerda el poema “Remolques y memorias” que hace referencia a su
padre, lo pudo escribir 5 años después
de su muerte. Fue importante en su vida.
Dijo que recuerda que era un hombre de poco diálogo pero que cumplía muy bien
su rol dentro de la familia. A Laura cada vez que lo escucha le surge inmediatamente una emoción reparadora. Adriana comenta que ese “remolque” no es sólo
en sentido literal sino también metafórico y le menciona otro de sus poemas,
inédito aún, “Olores”. Mux detiene su mirada en el poema. Lo lee.
Sobre la poesía, Néstor comenta que el
esfuerzo tiene que ser proporcional entre el escritor y el lector. Y a su vez
lo visualiza como una naranja donde cada uno puede sacarle el jugo o no. Lo que
más le agrada es lo que el lector imagina, por eso no se siente a gusto con los
escritores herméticos porque no puede entrar ni salir de sus textos. Le agrada
la sencillez de las palabras para alcanzar la profundidad.
En distintas oportunidades, llamamos a
nuestro profesor “Palla”, y esa mención le resulta un acierto de nuestra parte.
Yo siempre lo llame Pallaoro, dijo.
¿Cualquiera puede escribir? Nace como
interrogante en el grupo. Mux sostiene que todos pueden escribir pero no todos
pueden llegar encontrar la manera de trasmitir lo que buscan.
¿Cómo aparece el poema?
Dice que nunca escribe por compromiso;
siente que algo puede ocurrir cuando un pensamiento, razonamiento lo empieza a
perseguir como una sombra. Hay que meterse de lleno cuando llega la idea y
encontrar el resquicio por donde pasar. Néstor considera que Juan José
Hernández es demasiado literario en algunos de sus poemas; no así en sus
cuentos donde realmente se muestra
sincero, por eso prefiere su narrativa.
¿Corrige mucho sus textos?
No corrijo mucho, sólo lo necesario para
encontrar el tono. Una vez finalizados mis poemas Pallaoro es uno de mis
primeros lectores como lo fue mi madre en su tiempo. Sus miradas me confirman
que lo realizado es digno de estar escrito. Una anécdota le viene a la memoria
cuando habla de las miradas. “Se encontraban varios poetas compartiendo un
asado en mi casa. Yo estaba terminando un texto en mi Lettera 22, los versos
cubrían toda la página. Se aproxima por detrás el poeta Horacio Nuñez West, y
me dice que el poema estaba en las primeras líneas. Y quedó el texto
definitivo. Se llama “Juanpedro”.
César lee su reseña y Néstor concuerda con
lo escrito sobre sus temas, la evolución de sus textos, los sentimientos. Nos
comenta que los textos crecen con uno. Allí comenzamos a nombrar poemas que nos
llegaron: “Perros atados”, “Muchachos”, “Fotografía en el hospital”. Para
ordenarnos, como en distintos momentos del encuentro, José María vuelve a las
preguntas: ¿Admirás a Fellini?
Sí,
sostuvo Mux, aprendí mucho de él. Sus películas son perfectas, a pesar de que
en vez de filmar el mar, utilizaba nylon para recrearlo. Era un gran mentiroso,
brillante. Pero a mí no me sale mentir, soy sincero. Entre escribir sobre los
cisnes en Bélgica y una situación familiar, elijo lo conocido. Algo que también
siempre nos trasmite nuestro profesor.
Pallaoro le pregunta acerca de Edgar
Bayley y el movimiento invencionista. Néstor expresa que, por supuesto, se
puede mentir en la poesía; a muchos le sale bien, pero a él, no.
José María le entrega a Néstor una
fotocopia de sus poemas inéditos, la serie “Sueños al ras del suelo”. Comienza
a leerlos haciéndonos como Adán y Eva partícipes de la creación. Deseamos que
más lectores en un futuro no tan lejano puedan disfrutar y emocionarse como
nosotros lo hicimos.
Como una extensión de este encuentro con
Néstor Mux, llega la comida y el buen vino. Y con ellos las anécdotas del poeta
que fueron estimuladas por José María Pallaoro quien lo conoce mucho.
Una de ellas fue con el que fuera su
maestro, Roberto Themis Speroni. En un comienzo Néstor le entregaba sus
poemas y éste le decía que no eran malos
sino muy malos pero que lo siguiera intentando. Roberto frecuentaba el Banco
Municipal donde trabajaba el padre de Mux. En esos encuentros ajenos al arte le
mencionó que su hijo escribía muy bien, que iba a ser un excelente poeta pero
que no se lo dijera. Su padre mantuvo su palabra hasta la muerte de Speroni.
Para Néstor fue una sorpresa y una gran pérdida a la vez.
La del Tío Coco fue la más atractiva en
cuanto al relato. Coco era el menor de 6 hermanos. Néstor nos dice que siempre
le escapó al trabajo. Recortaba del diario esquelas para su jubilación. Todos
sabíamos que nunca trabajó. Nos mirábamos y comentábamos que nunca le iba
llegar la jubilación. Para nuestro asombro al poco tiempo de morir su
jubilación le fue concedida.
Nos despedimos con un hasta pronto, después
de haber disfrutado de un encuentro con Néstor Mux, un encuentro con la poesía.
En Taller La Plata, jueves 2 de
agosto de 2018,
Encuentro con el poeta Néstor
Mux
Marcelo Steblak, integrante
Taller Mundo despierto
Los
textos forman parte de estudio en ejercicios de taller.-