INFORME DEL
CIELO Y DEL INFIERNO
A ejemplo de las grandes casas de
remate, el Cielo y el Infierno contienen en sus galerías hacinamientos de
objetos que no asombrarán a nadie, porque son los que habitualmente hay en las
casas del mundo. Pero no es bastante claro hablar sólo de objetos: en esas
galerías también hay ciudades, pueblos, jardines, montañas, valles, soles,
lunas, vientos, mares, estrellas, reflejos, temperaturas, sabores, perfumes,
sonidos, pues toda suerte de sensaciones y de espectáculos nos depara la
eternidad.
Si el viento ruge, para ti, como un
tigre y la paloma angelical tiene, al mirar, ojos de hiena, si el hombre
acicalado que cruza por la calle, está vestido de andrajos lascivos; si la rosa
con títulos honoríficos, que te regalan, es un trapo desteñido y menos
interesante que un gorrión; si la cara de tu mujer es un leño descascarado y
furioso: tus ojos, y no Dios, los creó así.
Cuando mueras, los demonios y los
ángeles, que son parejamente ávidos, sabiendo que estás adormecido, un poco en
este mundo y un poco en cualquier otro, llegarán disfrazados a tu lecho y,
acariciando tu cabeza, te darán a elegir las cosas que preferiste a lo largo de
la vida. En una suerte de muestrario, al principio, te enseñarán las cosas
elementales. Si te enseñan el sol, la luna o las estrellas, los verás en una
esfera de cristal pintada, y creerás que esa esfera de cristal es el mundo; si
te muestran el mar o las montañas, los verás en una piedra y creerás que esa
piedra es el mar y las montañas; si te muestran un caballo, será una miniatura,
pero creerás que ese caballo es un verdadero caballo. Los ángeles y los
demonios distraerán tu ánimo con retratos de flores, de frutas abrillantadas y
de bombones; haciéndote creer que eres todavía niño, te sentarán en una silla
de manos, llamada también silla de la reina o sillita de oro, y de ese modo te
llevarán, con las manos entrelazadas, por aquellos corredores al centro de tu
vida, donde moran tus preferencias. Ten cuidado. Si eliges más cosas del
Infierno que del Cielo, irás tal vez al Cielo; de lo contrario, si eliges más
cosas del Cielo que del Infierno, corres el riesgo de ir al Infierno, pues tu
amor a las cosas celestiales denotará mera concupiscencia.
Las leyes del Cielo y del Infierno son
versátiles. Que vayas a un lugar o a otro depende de un ínfimo detalle. Conozco
personas que por una llave rota o una jaula de mimbre fueron al Infierno y
otras que por un papel de diario o una taza de leche, al Cielo.
En
El pecado mortal, selección de José
Bianco, EUDEBA, Buenos Aires, 1966
Silvina Inocencia Ocampo (Buenos
Aires 28 de julio de 1903 - 14 de diciembre de 1993)
Los
textos forman parte de estudio en ejercicios de taller.-