LA PENA
Rondando la casa
me pasé las tardes,
las noches, las albas.
Rondando la casa,
sin mirar a nadie,
sin oír palabra.
Los ojos sin cielo
sin cielo la cara,
las manos caídas
y caída el alma.
Rondando, rondando,
con los ojos fijos,
sin llanto.
Rondando, rondando,
como en un silencio
de campo..
Bajó los naranjos
desperté llorando.
Los ángeles buenos
besaron mi cara,
lavaron mi llanto.
En “Rosa y paloma”, 1932.
María Julia Gigena (1910-1963).
Los textos presentados en
este blog, son parte de estudio en ejercicios de taller.
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