TALLER
FÉLIX FÉNÉON
(Turín,
1861- Châtenay-Malabry, 1944)
Las
chicas de Brest vendían ilusión bajo los auspicios también del opio. En casa de
algunas de ellas la policía requisó pasta y pipas.
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Louis
Lamarre no tenía ni trabajo ni vivienda, pero sí algunos céntimos. Compró en
una tienda de ultramarinos de Saint-Denis un litro de petróleo y se lo bebió.
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El
médico encargado de hacerle la autopsia a la señorita Cuzin de Marsella, muerta
misteriosamente, concluyó: suicidio por estrangulación.
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El
cadáver del sexagenario Dorlay se balanceaba en un árbol, en Arcueil, con esta
pancarta: "Demasiado viejo para trabajar".
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Abandonada
por Delorce, Cécile Ward se negó a volver con él, salvo en matrimonio.
Pareciéndole esta cláusula escandalosa, él la apuñaló.
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Señales
distintivas de un desconocido sacado de las aguas del embalse de Bezons: la
pierna izquierda anquilosada, un soldadito tatuado en el brazo derecho.
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Juzgando
a su hija (de 19 años) demasiado poco austera, el relojero estefanés Jallat la
mató. Es verdad que le quedan once hijos más.
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Encendido
por su hijo de cinco años, un cohete de señales ferroviarias estalló bajo las
faldas de la señora Roger, en Clichy; el estrago fue considerable.
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El
examen médico de un muchachito encontrado en una zanja de un arrabal de Niort
muestra que sólo tuvo que sufrir la muerte.
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"¡Morir
a lo Juana de Arco!", decía Terbaud desde lo alto de una hoguera hecha con
sus muebles. Los bomberos de Saint-Ouen se lo impidieron.
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No
es por la ventana por donde se entra de noche en casa de Yolanda de Montaley,
en Meudon; así que ella gritó, y sólo se llevaron su cofre.
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El
mendigo septuagenario Verniot, de Clichy, murió de hambre. Su jergón ocultaba
2000 francos. Pero no hay que generalizar.
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El
tenebroso merodeador divisado por el mecánico Gicquel cerca de la estación de
Herblay ha sido hallado: Jules Ménard, recogedor de caracoles.
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A
los ochenta años, la señora Saout, de Lambézellec (Finisterre), comenzaba a
temer que la muerte la olvidase; cuando su hija salió, se colgó.
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Treinta
y cinco artilleros de Brest que, bajo el efecto de unos embutidos funestos,
manaban por todas partes, fueron ayer medicinados.
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No
eran los embutidos, sino el calor lo que dio la diarrea a los artilleros de
Brest, según la decisión de su oficial médico.
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Catherine
Rosello, vecina de Tolón, madre de cinco hijos, quiso esquivar un tren de
mercancías. La atropelló un tren de pasajeros.
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Un
quincuagenario desconocido, enorme y además hinchado tras un mes ininterrumpido
de permanencia en el agua ha sido pescado en La Frette por el señor Duquesne.
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Los
peones franceses de Florac protestan, incluso a navajazos, contra la abundancia
de elemento español en la obra.
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Desde
su infancia, la señorita Mélinette, de 16 años, cosechaba flores artificiales
en las tumbas de Saint-Denis. Se acabó: ahora está en el depósito de cadáveres.
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Una
loca de Puéchabon (Hérault), la señora Bautiol, despertó a sus suegros a
mazazos.
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El
párroco de Monceau tiene un grave impedimento para decir misa. Unos ladrones le
han robado sus objetos de culto.
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Fuertemente
escoltado por beatos, el alcalde de Longechenal (Isère) ha vuelto a colocar en
la escuela el crucifijo que el maestro retirara.
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Una
vez más, Cristo está en las paredes de las escuelas de Ruaux (Vosgos), por
mediación del alcalde Paul Zeller, que es adepto suyo.
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Esta
vez, la imagen del crucifijo está sólidamente atornillado a la pared de la
escuela de Bouillé. Mérito del prefecto de Maine y Loira.
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