TALLER LEONARD
COHEN
(Canadá, 1934)
CÓMO ESCRIBIR POESÍA
Por ejemplo la palabra mariposa. Para usar
esta palabra no hace falta aligerar la voz, ni dotarla de pequeñas alas
empolvadas, ni inventar un día soleado o un campo de narcisos, ni estar enamorado,
ni estar enamorado de las mariposas. La palabra mariposa no es una mariposa de
verdad. Está la palabra y está la mariposa. La gente tendrá todo el derecho a
reírse de ti si confundes estos dos conceptos. No le des tanta importancia a la
palabra. ¿Qué quieres transmitir, que amas a las mariposas con más perfección
que nadie o que entiendes realmente su naturaleza? La palabra mariposa no es
más que un dato. No te da pie a revolotear, elevarte, proteger las flores,
simbolizar la belleza y la fragilidad o interpretar de alguna forma a una
mariposa. No representes las palabras. No representes nunca las palabras. No
intentes nunca despegar del suelo cuando hables de volar, ni gires la cabeza y
cierres los ojos cuando hables de la muerte. No me mires con ojos ardientes
cuando hables del amor. Si quieres impresionarme al hablar del amor, métete la
mano en el bolsillo o debajo del vestido y acaríciate. Si tu ambición y tu
hambre de aplausos te han llevado a hablar del amor, debes aprender a hacerlo
sin desacreditarte a ti mismo ni lo que dices.
¿Qué expresión podría definir a nuestra
época? Nuestra época no tolera expresión alguna. Todos hemos visto fotografías
de madres asiáticas desoladas, así que no nos interesa la agonía de tus órganos
achacosos. Nada de lo que puedas expresar con tu cara tiene parangón con el
horror de nuestro tiempo. No lo intentes siquiera. Sólo merecerías el desprecio
de los que han sido tocados en lo más hondo. Todos hemos visto telediarios con
seres humanos embargados por el dolor y la desazón. Todos sabemos que comes
como Dios manda y que hasta te pagan para que te subas a un escenario. Estás
tocando para gente que ha vivido catástrofes, así que tranquilízate. Di las
palabras, transmite los datos y hazte a un lado. Todos sabemos que sufres. No
puedes contarle al público todo lo que sabes del amor en cada verso de amor que
digas. Hazte a un lado: la gente sabrá lo que tú sabes porque ya lo sabía. No
tienes nada que enseñarles. No eres más hermoso que ellos. Ni más sabio. No les
grites. No fuerces una entrada en seco. Eso es sexo mal practicado. Si muestras
el contorno de tus genitales, entrega lo que prometes. Y recuerda que, en el
fondo, la gente no quiere acróbatas en la cama.
¿Qué necesitamos? Estar cerca del hombre
natural, estar cerca de la mujer natural. No quieras ser un cantante venerado
por un público numeroso y leal que desde siempre ha seguido los altibajos de tu
carrera. Las bombas, lanzallamas y demás mierdas han destruido algo más que
árboles y poblados.
También han
destruido los escenarios. ¿Acaso creías que tu profesión iba a escapar de la
destrucción general? Ya no hay escenarios. Ya no hay candilejas. Estás entre la
gente, por tanto sé modesto. Di las palabras, transmite los datos y hazte a un
lado. Quédate solo. Quédate en tu habitación. No montes un número.
Se trata de un paisaje interior. Está
dentro y es privado. Respeta la intimidad de tus textos pues fueron escritos en
silencio. La valentía de la interpretación es decirlos, la disciplina de la
interpretación es no violarlos. Deja que el público sienta tu amor por la
intimidad aunque ésta no exista. Sé una buena puta. El poema no es un eslogan.
No puede promocionarte. No puede fomentar tu reputación de sensible. No eres un
semental. No eres un ladrón de corazones. Tanto gánster del amor y tanta
tontería. Eres un estudiante de disciplina. No representes las palabras. Las
palabras mueren cuando las representas, se marchitan, y no nos queda más que tu
ambición.
Di las palabras con la precisión exacta con
que comprobarías la ropa de tu colada. No te conmuevas con una blusa de encaje.
Unas braguitas no tienen por qué ponértela dura. No tiembles al ver una toalla.
Las sábanas no han de dibujar una expresión de ensueño alrededor de tus ojos.
No hace falta que llores en el pañuelo. Los calcetines no están ahí para
evocarte extraños y lejanos viajes. No es más que tu colada. No es más que tu
ropa. No seas un mirón escudriñando a través de ella. Limítate a llevarla
puesta.
El poema es mera información. Es la
Constitución de la patria interna. Si lo declamas y lo hinchas con nobles
intenciones, no eres mejor que esos políticos que tanto desprecias. No haces
más que agitar una bandera y llamar patéticamente a la patriotería emocional.
Piensa en las palabras como ciencia, no como arte. Son un informe. Es como si
dieras una conferencia en la Federación de Montañismo. Las personas que te
escuchan conocen todos los riesgos de la escalada, y te honran dando por
sentado que lo sabes. Si se los pasas por la cara, estás insultando la
hospitalidad que te ofrecen. Infórmales de la altitud de la montaña, describe
el equipo que utilizaste, especifica el tipo de superficie y fija el tiempo que
duró la escalada. No busques dejar al público boquiabierto. Si el público se queda
boquiabierto, no será debido a tu apreciación de los hechos, sino a la suya. Tu
mérito estará en la estadística y no en las inflexiones de tu voz ni en los
ademanes enérgicos de tus manos. Estará en los datos y en la tranquila
organización de tu presencia.
Evita las florituras. No temas ser débil.
No te avergüences de estar cansado. Tienes buen aspecto cuando estás cansado.
Parece como si pudieras seguir y seguir sin parar.
Y ahora ven a mis brazos. Eres la imagen
de mi belleza.
Fuente: suplemento RADAR de Página/12, 5 de
junio de 2011.
Los
textos forman parte de estudio en ejercicios de taller. -
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