domingo, 5 de octubre de 2014

John Berger, La vista es una capacidad que introduce en nuestra vida un sinfín de complicaciones







LA OBRA DE ARTE, EL ARTISTA Y EL PODER

     La vista es una capacidad que introduce en nuestra vida un sinfín de complicaciones. En un lugar estamos nosotros observando la realidad que nos rodea, entramando sus interrelaciones y la relación de estas con nosotros, en otro encontramos esa realidad observándonos desde distintos ángulos, situación de la que también tomamos conciencia en nuestra observación. A través de este régimen de visión construimos nuestro modo de ver, la forma en que elaboramos las imágenes de las cosas que nos rodean, por tanto toda imagen posee un componente de subjetividad del individuo que la produce.

     El artista es un constructor de imágenes que son categorizadas como “obras de arte”, este es su mayor de problema, ya que entorno al arte existen numerosos presupuestos formados a lo largo de la historia que lo hacen rígido y alejado de su verdadera intencionalidad. Estos presupuestos han servido de apoyo para la subsistencia de las minorías ricas y poderosas, convirtiendo al arte en un privilegio exclusivo para su círculo y rodeándolo de un halo místico de carácter casi divino al que solo “ellos” eran capaces de llegar.

     En la actualidad con la invención de la cámara fotográfica y la posterior aparición de la cámara de video, se hizo evidente que aquello que vemos se encuentra siempre enmarcado en un contexto espacio-tiempo, pero también se rompió la unicidad de las imágenes, permitiendo conseguir infinitas reproducciones de cualquier imagen. De esta forma fue posible que la imagen fuera hasta el espectador y no al contrario, pero al mismo tiempo se trastocó el concepto de original de una imagen sustituyendo el significado por el material sobre el que se plasma ese significado. Esta materialización del concepto de original en una obra de arte hizo posible que este también fuera cuantificable, el valor de las obras de arte paso a ser un mero precio de mercado, aunque quienes manejan este comercio dicen que es un reflejo de su valor espiritual, así se vuelve a colocar al arte en un ámbito místico inexistente.

     La reproducción en masa es también responsable de que el significado de una obra de arte pierda su sentido original, inmersa en distintos contextos la obra adquiere diferentes significados. Esto beneficia y perjudica a la obra al mismo tiempo, por un lado le aporta flexibilidad y le da posibilidades de explotar todo su potencial, pero por otro lado la desintegra y deja de lado su sentido primigenio.

     La obra de arte permite dos formas de acercamiento, una vertiente más pura basada en los sentimos y sensaciones que provoca, y otra visión academicista y técnica que se asienta sobre los presupuestos tradicionales y estáticos. Esta última es la que busca la discriminación del individuo a través de la obra de arte, y se aprovecha de los medios de reproducción para mantenerse en pié. La primera es la forma verdadera del arte, un medio libre que esta al alcance de cualquier individuo.

     Es lamentable que aún se intente alejar al individuo corriente del arte, de este modo se coarta su libertad impidiendo el conocimiento de los testimonios de su historia y de su lugar dentro de ésta.

     En el caso del artista ocurre que se le atribuyen a éste connotaciones ajenas a él y absolutamente subjetivas al crítico academicista.

     Su obra debe ser analizada desde ella misma y no a través de consideraciones personales, además en algunos casos podemos comprender la intención del autor gracias a las similitudes de su contexto histórico y social con el nuestro. El proceso de mistificación del artista así como de su obra entorpece la compresión de ambos aspectos y nos aleja rotundamente de ella.



En: “Modos de ver”.
John Berger (Londres, 1926).-



Los textos forman parte de estudio en ejercicios de taller.-

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