"Y recordá / la vida / no es más que estos pedazos de nosotros / compartidos con los demás"

jueves, 6 de junio de 2019

Carolina Campoamor, un cuento

















TALLER CAROLINA CAMPOAMOR
(La Plata, 1960)
LA CARPA DE ARACONTES

       Ella ya había visto el demonio en mí. Cuando me conoció tuvo un sueño en el que yo me aparecía en su casa atravesando las paredes con descarada impunidad, mostrándome con mi verdadera imagen roja de fuego y azufre.
       Fue una visión tan aterradora y espeluznante, que al día siguiente fue muy perturbada a consultarle la situación al Pastor, ya que ella había imaginado ser mi amiga y ahora surgía la duda siniestra acerca de mi verdadera identidad.
       En nuestras jerarquías consideramos que no hay nada más maléfico y aberrante que la ignorancia. Es bien conocido el refrán que dice que más sabemos por viejos que por diablos, ya que la eternidad nos ha concedido una sabiduría exquisita y una experiencia gloriosa.
       Sin embargo ella insistió en querer rescatarme de las llamas del inframundo y todavía pensaba que yo podía ser una buena compañía de mate y galletitas. Conocía la Biblia a la perfección y citaba versículos que interpretaba de manera dogmática y absoluta y que le permitían fundamentar su visión del mundo y de las categorías del bien y del mal. Pero como yo soy una herejía caminando siempre cuestionaba su hermenéutica por encontrarla ilógica e inconsistente. Esto no hizo más que profundizar su desconfianza y recelo hacia mí y entonces decidió que había que practicarme algo así como un exorcismo que me impidiera seguir blasfemando. Había que extirpar de raíz tanto demonio putrefacto acumulado en mi interior, vaciar esta alma contaminada y pecaminosa y por fin reprogramarme para ser una fiel discípula suya en el camino de la fe.
       Así fui llevada a otra Iglesia más combativa y guerrera, diríamos que fui derivada, ya que mi maldad crepitaba acorralándolos en los límites de la ignominia. Fue un trámite express en el que me sacaron unos cuantos espíritus inmundos entre los que figuraron: el pensamiento crítico y el relativismo, el cuestionamiento y la disidencia, la libertad de expresión entre otros, todos ellos, por supuesto muy bien escondidos y camuflados detrás de la desobediencia, la falta de fe, la soberbia , el orgullo y la arrogancia. También lucharon con gritos estruendosos contra  todos aquellos otros espíritus que atentaran con su magnífica y bien aceitada estructura de poder. Ella pensó que ahora seguramente todo se encaminaría y finalmente podrían sumergirme en las aguas de la purificación. En realidad no fue así porque yo dejé lentamente de concurrir a todos los oficios.
       Una noche oscura y sin estrellas, fría como la desesperanza, me presenté ante ella en la carpa de Aracontes, famoso pastor y taumaturgo de reconocidos poderes sanadores, y  la desafié diciéndole que no iba a acatar sus reglas e imposiciones. Mi naturaleza era la de tentar a la humanidad de todas la formas posibles y de ninguna manera iba a conseguir que yo abandonara hábitos tan arraigados desde tiempos remotos. Se puso furibunda ahora que mi causa estaba perdida y me amenazó advirtiéndome que si no obedecía, iba a ocurrirme lo mismo que a María de Magdala, la famosa prostituta de los Evangelios que después de haber sido exorcizada, su casa, es decir su alma, había sido repoblada ya no por simples espíritus inmundos sino por verdaderas huestes del mal, reinos, potestades, principados… jerarquías maléficas que claman en los abismos de la eternidad.
       Fue entonces, al escuchar el resonar y la cadencia de esas maravillosas categorías celestes tan injustamente devaluadas después de la Caída y sintiéndome una vez más poderosa en mi excelso dominio del mundo le dije: “Vos me estás extorsionando…”.
       Y pensé que volveríamos, yo y todas mis legiones, a visitarla algún día, a recordarle que no se debe tentar al diablo, y mucho menos buscando recursos en el miedo. Sería una visita de tarde, justo a la hora del mate. No necesitaba cerrar la casa con llave porque ella bien conocía mi capacidad de bilocación y que podía poner la pava en el fuego a una temperatura más bien alta, casi infernal.

Carolina Campoamor
Integrante Taller Mundo despierto de José María Pallaoro
Foto: Archivo de La Talita Dorada

Los textos forman parte de estudio en ejercicios de taller.-

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