"Y recordá / la vida / no es más que estos pedazos de nosotros / compartidos con los demás"

miércoles, 23 de noviembre de 2022

ENCUENTRO CON ANTONIO MORO viernes 18 de noviembre

ANTONIO MORO, EDUARDO SABBIONE, SUSANA SIVEAU, MARCELO STEBLAK, VALENTINA LÓPEZ,
EUGENIA HUCK, GRACIELA TSIOULIS, JOSÉ MARÍA PALLAORO


“Los ojos se desvanecen en el silencio del río” 
Gonzalo Vaca Narvaja


El viernes 18 de noviembre dialogamos en CASA ROJA de La Plata 
con el poeta cordobés Antonio Moro 


Bello encuentro donde no sólo leímos poemas de Antonio, 
sino también de César Cantoni (que nos visitó), Alberto Girri, 
William Carlos Williams, Gottfried Benn 


IMPOSIBLE VIVIR SIN UN CUERPO

NO ALCANZA CON VESTIR EL PANTALÓN DEL MAESTRO

CAMINO DEL DESEO NO SUPO QUE ESCRIBÍA UN EPITAFIO

NUESTRO DESTINO ES SU MANO

UVAS DEL OLVIDO

POESÍA, HIJA PRÓDIGA QUE NOS CUIDAS

El silencio murmura otro reflejo
Nos quiere libres de la argucia
Protegidos por el camino sencillo
Distantes de ambigüedades y malicias

No un libro atado a la servidumbre
Testimonios del simulacro que dice mirar
En un mundo ya plagado de artimañas
Sino hablando la luz de cada día
Con la sombra que acepte nuestra duda


LA TALITA DORADA / TALLER MUNDO DESPIERTO / 
ANTONIO MORO, EDUARDO SABBIONE, SUSANA SIVEAU, MARCELO STEBLAK, 
VALENTINA LÓPEZ, EUGENIA HUCK, GRACIELA TSIOULIS, JOSÉ MARÍA PALLAORO… 
Ph Valentina López

sábado, 12 de noviembre de 2022

ANTONIO MORO en Taller La Plata


ANTONIO MORO 
en Taller La Plata 

Confía en su casa intemporal
Cómo perduran algunas hojas del poema

Con el límite de la espada el silencio
El cobijo de un nido para hablar

Los sueños al borde de la intemperie 
O la espera de una forma con la arcilla
Entendiendo que la vida nos quiere allí
Escuchando la respiración de lo que nace

Nos visita Antonio Moro en Taller La Plata / Su último libro de poemas es Huso del olvido, editado por El Espejo Ediciones, en Córdoba, septiembre de 2021 / Acerca de este libro escribió Julián Axat: 

     “Huso del olvido (2021), un poemario afinado con precisión, que juega sobre los pliegues y repliegues de la memoria y el tiempo.
     Si aceptamos que el olvido es, como la memoria, fundador de un cuerpo político, no podemos dejar de percibir que los “usos” del olvido y la memoria son formas de sesgar la trama política (que nunca es neutra y es siempre funcional a una forma de poder, ¿de qué o de quien es coartada el olvido?). Y en esto al trastocar la palabra “uso” en “huso”, el agregado de la “h” redefine el concepto y se transforma en un hilado que tuerce y retuerce dicha trama cual ritornello. El hilo que se va formando en la rueca; el que teje (o desteje) una salida del olvido y la memoria del laberinto. ¿A quién favorece “el huso”, ya no “el uso”?
     ¿Acaso el poeta no cumple cierta función, y como Ariadna y teje con la lengua, hila sus fibras textiles más profundas para devolver un pasado que muchos quieren dar por muerto?  Dice Moro: La memoria deconstruye la vida / Disipa la bruma del olvido en la confianza/ En las visiones que continúan el relato…
     Ya la tapa del libro, con la pintura de Remedios Varo (“Simpatía -la rabia del gato-”, 1955) nos brinda una pista a través de las luces y entramados en el espacio. Porque “huso” es también zonificación del tiempo, su distribución cartográfica (como “huso” horario); por lo tanto en ese plano, “huso del olvido” funciona como una suerte de mapeo de los tiempos perdidos, a recobrar de la inmensa amnesia y espacialidad contra la que lucha la poesía a diario (no olvidemos al gran Aldo Pellegrini, que decía que la poesía lucha a diario contra los imbéciles).
     ¿Qué significa entonces que la memoria debe curar los husos del olvido? ¿Significa que la poesía puede protegernos de algún modo estas astucias? Lo dado trae paciencia de su huso, Antonio Moro escribe sus versos en el desfasaje entre el tiempo y los hechos. El recuerdo de las palabras y las cosas es también (como en Mallarmé) un golpe de dados  vital frente al silencio y el azar. El resto, es el poeta.
     Como dice Raúl Vidal en el epílogo (Inxordio), ¿Hay un narrador del poema? Me atrevo a decir que sí. Entonces, cuando el narrador en esta poesía hace uso de la tercera persona se metamorfosea en huso. Coherencia. La poesía que desgrana, por detrás de la música y el alivio tenso, narra. “Sin apropiarse de un sino”, narra… No hay vanidad en lo que enuncia quien narra el poema, ya que se ubica a justa distancia del aedo y no se disfraza de poeta. Acá el narrador es, sin buscarlo y por sortilegio del lector, poema.
      Poesía, hija pródiga que nos cuidas… Quizá la memoria cure el huso del olvido.”
(Publicado en El País Digital, 2 de diciembre de 2021)



Visitó las casas del deseo con lo dado 
Con el azar imposible de predecir
Y la flecha de la piedad en el corazón
Creyendo que el dios de las formas
Se sienta junto al pastor del mundo
Y el otro que desvanece el presente
Sobre la esterilla que habla del hambre

Detrás de las matas de su costumbre
Ella señala las hierbas que no crecieron


Antonio Moro nació a la vera del Río Suquia, Córdoba, en 1955 / Poeta, actor, librero y editor /


Lo mira hoy y ayer fue 

Esa tarde de esquivo presagio

Barullo desafortunado la mente
Dogo mordaz la demencial pasión

Su cara mudando en el espejo

De la descendencia a la ausencia
Solo escribe lo que no fue


José María Pallaoro, Horacio Preler y Antonio Moro, La Plata, 2006
Fotos: Archivo de La talita Dorada / jmp / 
Los autores y textos forman parte de estudio en ejercicios de taller, y su destino es solo para este objetivo.- 

sábado, 5 de noviembre de 2022

ISIDORO BLAISTEN Balada del boludo





Por mirar el otoño
perdía el tren del verano. 
Usaba el corazón en la corbata. 
Se subía a una nube
cuando todos bajaban.

Su madre le decía:
no mires las estrellas para abajo
no mires la lluvia desde arriba
no camines las calles con la cara, 
que ensucias la camisa;
no lleves tu corazón bajo la lluvia,
que se moja;
no des la espalda al llanto;
no vayas vestido de ventana
no compres ningún tílburi en desuso.

Mirá tu primo, el recto
que duerme por las noches.
Mirá tu tío el justo
que almuerza y se sonríe.
Mirá tu primo el probo,
puso un banco en el cielo.
Tu cuñado el astuto
que ahora alquila la lluvia.
Tu otro primo el sagaz,
que es gerente en la luna.

-Tienes razón, mamá- 
dijo el boludo.
Y se bebió una rosa.
-No seré más boludo.
Y se bajó del viento.
-Seré astuto y zahorí.
Y dio vuelta una estrella para abajo.
Y se metió en el subte.
Y quedaron las gaviotas en el río.

Entonces vinieron los parientes ricos
y le dijeron:
-Eres pobre, pero ningún boludo.

Y el boludo fue ningún boludo, 
y quemaba en las plazas
las hojas que molestan en otoño
y llegó fin de mes
cobró su primer sueldo
y se compró cinco minutos de boludo.

Entonces vinieron las fuerzas vivas
y le dijeron:
-Has vuelto a ser boludo. 
-Boludo.
-Seguirás siendo siempre el mismo boludo.
-Seguirás siendo el mismo boludo de siempre.
-Seguirás siendo un boludo siempre.

-Debes dejar de ser boludo. 
-Boludo.
Y, medio boludo
con esos cinco minutos de boludo
dudaba entre ser ningún boludo
o seguir siendo boludo para siempre. 

Dudaba como un boludo. 

Y subió las escaleras para abajo
hizo un hoyo en la tierra
miraba las estrellas
la gente le pisaba la cabeza
le gritaba boludo 
y él seguía mirando 
a través de los zapatos
como un boludo.

Entonces, 
vino un alegre y le dijo: 
boludo alegre.
Vino un pobre y le dijo: 
pobre boludo.
Vino un triste y le dijo: 
triste boludo.
Vino un pastor protestante y le dijo: 
reverendo boludo.
Vino un cura católico y le dijo: 
sacrosanto boludo.
Vino un rabino judío y le dijo: 
judío boludo.
Vino su madre y le dijo: 
hijo, no seas boludo.
Vino una mujer de ojos azules y le dijo:
te quiero.



En El mago, mayo de 1974 / nueva versión, enero de 1993 / Foto: jmp / 
TALLER ISIDORO BLAISTEN (Concordia, 12 de enero de 1933 – Boedo, 28 de agosto de 2004) / 
Los autores y textos forman parte de estudio en ejercicios de taller, y su destino es solo para este objetivo.-