TALLER SANDRA
RUSSO
(Buenos
Aires, 1959)
LA MUJER
SABIA ES LA MUJER ALEGRE
NOSOTRAS
PARIMOS EL BUEN DÍA
Viene
de adentro, no cabe duda. Se hace paso desmalezando el camino, salta como un
atleta en esa carrera llena de los obstáculos que somos nosotras mismas. Se impone
y despeja el cielo que tenemos grabado en la retina. Nos permite mirar a
nuestro alrededor con ojos infantiles, con ojos invencibles. Es esa fuerza que
puede recibir distintos nombres pero no tiene ninguno. Es esa gracia que no
obedece a la voluntad, que baila sola. Es el deseo de aprovechar las horas. Es nuestra
parte más clara y más blanda. En esa zona amurallada por todos los devenires y
pertrechada contra todos los rayos, esa fuerza germina y se hace fuerte, y se
hace música sencilla. Es la alegría de estar aquí y ahora, de ser quienes
somos, de aceptarnos y conocernos y aún así desear ser distintas. Es la alegría
la que mueve montañas dentro de nosotras, la que es fe, la que es gratis, la
que es digna de ser defendida contra todo. Lo menos que podemos hacer por ella
es defenderla contra todo. Ser leonas con los dientes apretados, hembras
resistentes que salen a ganarse su alegría. Esa es la presa de las cazadoras. La
alegría. La luz que baña todo lo que toca con su color: encanta los panes de
los desayunos, los saludos al vecino, el café de la media mañana, el paseo
solitario, las arrugas, la amarra del amor. La alegría es lo que nos consuela
por las cosas a las que hemos renunciado y también lo que nos permite volver a elegir
las cosas que hemos elegido. La mujer sabia es la mujer alegre.
EL BAÑO
CALIENTE DESPUÉS DEL TRABAJO
Fue un día largo, espinoso. Hubiésemos
preferido ir de aquí para allá en cámara lenta, o en todo caso quedarnos
quietas, porque hoy estamos frágiles, víctimas de una de esas gripes del alma
que atacan sin aviso. Pero hemos sucumbido a la tormenta de sucesos,
peregrinaciones y rituales que ejercemos porque somos adultas, y una mujer
adulta es alguien que no obedece a su impulso sino a su agenda. Hemos librado
nuestras batallas ínfimas en bancos, en oficinas, en comercios, en
subterráneos, en colectivos, y hemos vuelto, por fin hemos vuelto a casa. Pero
nos huele mal en la ropa y en el cuerpo todo lo no elegido. Nos desnudamos y abrimos
la canilla. El concierto del agua se abre paso hacia nuestros oídos mientras
los ojos se dejan nublar por el vapor. Ahí vamos, desprovistas de todo menos de
nuestra naturaleza, a bautizarnos en el baño caliente. ¿Será posible este
renacer hoy, recuperar este día? Bajo el agua caliente es que queremos borrar
lo que hemos hecho sin convicción, y rehacernos un poco más convincentes. Nos
quedamos inmóviles bajo el agua. Buscábamos esto. La dulce inmovilidad en la
pecera, este otro tipo de limpieza.
DORMIR SOLAS
La cama es un mundo que es nuestro. Somos
dueñas esta noche de sus leyes. Somos soberanas con laureles de esta sábana
blanca que huele a azahar. Antes de dejarnos doblegar por el sueño, somos
felices. Brevemente. Discretamente. Nadie nos obedece, no obedecemos a nadie.
En esta cama no hay ningún juego de poder. Qué bella manera de descansar.
DORMIR ACOMPAÑADAS
Los
textos forman parte de estudio en ejercicios de taller.-
Del libro Perdonen nuestros placeres.
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