"Y recordá / la vida / no es más que estos pedazos de nosotros / compartidos con los demás"

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Néstor Mux, un día en el mundo


UN DÍA EN EL MUNDO

Por Justine Bevilacqua *

     Como todos los jueves, plena de puro trajín universitario, me preparaba con un poco de euforia para salir hacia el encuentro. Ese mismo instante, el de todas las semanas, mi momento íntimo en donde se produce uno de los más grandes alimentos vitales: “el valor y el significado de la palabra”. En estos encuentros semanales, un grupo de personas dejan su vestimenta de profesionales, trabajadores, sus obligaciones y preocupaciones, por un par de horas se ocupan de darle una caricia sutil a nuestro ser al leer poesía y narrativa en el taller literario de José María Pallaoro. En ese espacio donde puedo tocar las letras conformadas y una sed constante de búsqueda que simultáneamente pido a gritos mesurados saciar de frases, versos y líneas conformadas. 

     Salí apurada hacia la casa de Carolina, nos saludamos como viejas amigas y esperamos a Mercedes para irnos a la casa de Pallaoro, comentándoles mi osadía de compartirles después una bebida espirituosa. Pensando, entre tanto, voy formulando hipótesis: buscar las causas y efectos de concurrir al mismo espacio y descubrir mundos diferentes, realidades diferentes, que entre las idas en auto nos ponemos a filosofar sin diferencias y podemos sacar punta a los temas más sencillos y complejos de la cotidianeidad.

     Llegamos a destino y me topé con un señor que me sonaba conocido. ¡Sí! Es Néstor Mux. Aunque ya sabía del encuentro con el poeta, ese primer lapso fue lo que me impulsó esa reacción de desconocimiento, el respeto suscitado por la persona que tantos jueves leí. 

     Nos sentamos todos alrededor de la mesa, esperando comenzar a escuchar qué tenía para decir, tan admirada por momentos, llegó sin previo aviso a la mente, ese “nosotros” que tantas veces remarcábamos en la antología Disculpas del irascible con lápiz sobre el libro, empezaba más que nunca para mí a tomar forma en la realidad, en ese aquí y ahora. 

     Al escuchar sus comienzos, su historia de vida, cada instante para llegar a dónde estaba, me producía un total acierto a una búsqueda, esa búsqueda que tanto anhelo a través de eso que llamamos versos, dándole un ritmo, un sentido y formas inacabadas. Las lecturas de Laura, Carolina y Graciela movilizaron altas sensaciones palpables, que sólo pocos conocen en mi exterior, muchas de las cuales no se puede describir más que en un mundo de “ideas-formas”, como dice Platón. Pero para mí es un honor al invitado, la vida le dio en este encuentro un premio merecido, que a mi entender, veo y decodifico, entre líneas al destino esperando alcanzarle a sus brazos estos instantes de vida. Respetar los silencios de la conversación y la lectura más propia, esa voz honda, llena de graves, rasposa, me da la valentía de creer que en otras épocas alguien que no conocí y no conozco en la actualidad puede llegar a conocer tan firmemente sentidos, caminos de profundidad, grandes interrogantes de la humanidad y el ser. Solamente el ser y nosotros. 

     Esas fotografías instantáneas, hechas en los hilos conductores de la lectura de Mux en mi memoria, me re-significan sus momentos cotidianos, como en esas anécdotas de barrio, los parientes personificados como historias de película, su trabajo en el Hipódromo, pegando carteles en la calle, la dedicatoria en un mosaico poético a una admiradora que luego resultaría ser su compañera de vida, todo eso hacen meterme en su historia como si fuera mía. Paisajes tan alejados para muchos y tan cercanos para mí. Es simplemente eso, el fuego interior que me precipita a seguir inventando música, prosa poética, pequeños versos o canciones, a “querer esto y no sabía”. A recurrir a elementos de la naturaleza: lluvia, sol, tierra, viento, jazmines, camas, sartenes, fuego, viento, árboles, ropa, botellas, para ser nosotros en la tierra y el paso por ella escribiéndome como secciones, determinando mi presente. 

     Porque más allá de ser parte de ese nosotros, de disculparme como un irascible, que nadie me pide que escriba y no apagar mi fuego interior, me quedo con un fragmento que leyó Mux suave pero fervientemente del poeta  Edgar Bayley, de “El espinillo”: 

“Y si no puede ofrecer la sombra ni la sonrisa ni el abrigo, nos ofrece en cambio una entrada, una amistad en su mundo, una fiebre distinta y necesaria. Algo más que un nombre: una existencia al lado de la nuestra.”


* Justine Bevilacqua.
Estudiante de Bellas Artes. Músico. Poeta.
Integrante del taller Mundo despierto, 2014.

Acerca de:
El encuentro con Néstor Mux se concretó el jueves 9 de octubre de 2014 en Mundo despierto, el taller de lectura y escritura creativa coordinado por José María Pallaoro en el Espacio-Encuentro La Poesía. Entre las 18hs. hasta cerca de la medianoche dialogaron con el poeta los integrantes del taller: Laura Ceniceros, Carolina Cortazzo, Graciela Abal, Hermeto González, Mercedes Do Eyo y Justine Bevilacqua.

Foto: Mercedes Do Eyo.

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