ABEL
ROBINO (1952)
ACERCA
DE GUY BOURDIN
(París,
Francia, 2 de diciembre de 1928 - 29 de marzo de 1991).
Si la carroña atrae las moscas ¿por qué no darle a
la belleza la misma posibilidad?
Y mandó a juntar moscas y mariposas muertas para
pegarlos a sus modelos.
El inquietante Guy zangoloteo esos esqueletos
gráciles de chicas que exhiben ropa, maniquíes hasta entonces percheros con
vida.
Fue él quien cacheteó la época devolviéndoles sangre y transpiración en sus
poses, provocándolas con asesorías, música y penumbras. Vascular hacia lo
distinto, era donde apuntaba.
¿Cuánto pero cuánto le deben hoy las pasarelas a este innovador?
Sutil copiador de momentos
arrojadas a una pornografía suave de papel ilustración, princesas vienesas con
aberturas de piernas exageradas más gesticulaciones forzadas, pilas de piernas
con medias como en una inmensa ikebana de nilón calado.
Vestía sus chicas y, el
feminismo perdone la machirulada, con un cuidado de bodas de los pies a la
cofia y tomaba solo la foto de una mano enguantada, sin duda la totalidad hace
a la parcialidad sin lugar a duda.
Gordito malicioso, mirada
rozando la ironía, niñato provocador de los que hacen bromas pesadas pero
sutiles y que se deja descubrir por la sonrisa.
Guy Bourdin, fotógrafo de moda
incorregible rechazó exposiciones, memorias sobre su obra, retrospectivas y
cuánto honor franchute anduviese suelto y en este país donde siempre se admiró
las noblezas (bajas), títulos, premios y cuánta otra distinción imite el
reflejo de algo que ellos mismos le rebanaron la cabeza.
Guy Bourdin disimuló su vida en una
de las revistas más prestigiosas de moda, Vogue (mira qué lugar para que no lo
descubriesen), donde todos plantan el ojo a ver si crecen sueños.
Revolvió el color, pintó mares y
en épocas donde el fotoshop no existía.
Pero fue, también, vendedor en
sus comienzos en las grandes tiendas, en el sector artículos funerarios, al
lado justo donde estaba el sector fotos.
De allí su curiosidad, allí
comienza a interesarse por lo que el llamará el accidente:
“Una fotografía es ante todo un accidente.”
Quiso ser pintor y el cuero le dio
para unas poquitas Expo de muchacho, al fin se rindió a la foto de moda
publicitaria e hizo su imperio pop, Hitchcockianí. Apiló piernas, tiró por la
borda gente en cuclillas, bueno eso es lo que parece, lamió tacos y puso flores
en el pubis juvenil de una Venus con porta ligas y lunar.
Si, sin duda lo mató la misma casa
Vogue que lo echó por ringard (traducción,
algo así como ¿cursi?). Me cuestan
estas palabras, poquitísimas, como la nota de Le Monde cuando murió, páginas
últimas. Abandonado por ese mundo, ¿por qué no culparlos de sus dolores
estomacales véase cáncer fulminante.
¿De tristeza también mueren los rebeldes?
Vaya uno a saber…
Un puntazo al ego no lo banca
cualquiera aún rodeado de bellezas toda una vida.
Los textos forman parte de estudio en ejercicios de
taller.-
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