TALLER HORACIO QUIROGA
(1879-1937)
DECÁLOGO DEL PERFECTO CUENTISTA
I
Cree en un maestro
—Poe, Maupassant, Kipling, Chejov— como en Dios mismo.
II
Cree que su arte es
una cima inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo
conseguirás sin saberlo tú mismo.
III
Resiste cuanto
puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que
ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia.
IV
Ten fe ciega no en
tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte
como a tu novia, dándole todo tu corazón.
V
No empieces a
escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien
logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres
últimas.
VI
Si quieres expresar
con exactitud esta circunstancia: "Desde el río soplaba el viento
frío", no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla.
Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí
consonantes o asonantes.
VII
No adjetives sin
necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo
débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero
hay que hallarlo.
VIII
Toma a tus
personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa
que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos pueden
o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de
ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea.
IX
No escribas bajo el
imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de
revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino.
X
No pienses en tus
amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu
relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes,
de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del
cuento.
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