TALLER WALLACE STEVENS
(Reading, Pensilvania, EE.UU, 2 de octubre de 1879 –
Hartford, Connecticut, 2 de agosto de 1955)
TRECE MODOS DE
CONTEMPLAR A UN MIRLO
I
Entre
veinte nevados montes
lo
único móvil
era el
ojo del mirlo.
II
Yo era
de tres opiniones,
como
un árbol
sobre
el que se posan tres mirlos.
III
Giraba
el mirlo con los vientos otoñales.
Era su
breve papel en la pantomima.
IV
Un
hombre y una mujer
son
uno.
Un
hombre y una mujer y un mirlo
son
uno.
V
Yo no
sé qué preferir,
si la
belleza de las cadencias
o la
belleza de las alusiones,
el
silbido de un mirlo
o lo
que sigue.
VI
Los
carámbanos cubrían la amplia ventana
de
cristales bárbaros.
La
sombra del mirlo
la
atravesaba, de un lado a otro.
El
estado de ánimo
trazó
en la sombra
un
motivo indescifrable.
VII
Oh
tenues hombres de Haddam,
¿por
qué imagináis a pájaros dorados?
¿No
veis cómo el mirlo
anda
entre los pies
de las
mujeres que os rodean?
VIIII
Yo sé
de nobles acentos,
y
lúcidos, inevitables ritmos:
pero
sé, también,
que el
mirlo estás implicado
en lo
que no sé.
IX
Cuando
el mirlo se perdió de vista
señaló
los límites
de uno
de los muchos círculos
X
A la
vista de los mirlos
volando
en una luz verde,
aún
los alcahuetes de la eufonía
gritarían
agudamente.
XI
Viajó
por Connecticut
en un
coche de cristal.
Una
vez el miedo lo traspasó,
al
confundir la sombra de su equipaje
con
mirlos.
XII
El río
se mueve.
El
mirlo debe estar volando.
XIII
La
tarde entera fue ocaso.
Nevaba
y
seguía nevando.
El
mirlo se posaba
en las
ramas del cedro.
Versión de Alberto Girri
Los
poemas forman parte de estudio en ejercicios de taller.-
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