"Y recordá / la vida / no es más que estos pedazos de nosotros / compartidos con los demás"

lunes, 17 de agosto de 2020

VIRGINIA WOOLF Una casa encantada


TALLER VIRGINIA WOOLF
(Londres, Inglaterra, 25 de enero de 1882 - Lewes, Sussex, 28 de marzo de 1941)
UNA CASA ENCANTADA (1921)

   A cualquier hora que despertaras siempre había una puerta balanceándose. Iban de habitación en habitación, tomados de la mano; levantando aquí, abriendo allá, asegurándose… Una pareja de fantasmas.
   “Aquí lo dejamos”, dijo ella. Y él agregó: “¡Oh, pero aquí también!”. “Está arriba”, murmuró ella. “Y en el jardín”, susurró él. “Con cuidado”, dijeron, “o los despertaremos”.
   Oh, pero no nos despertaban. “Están buscándolo; están abriendo la cortina”, podíamos decir, y seguíamos leyendo una o dos páginas. “Ahora lo encontraron,” estaba segura, y detenía el lápiz en el margen. Y después, cansada de leer, me levantaba y veía con mis propios ojos la casa vacía, las puertas abiertas. Sólo se escuchaban las palomas, rebosantes de alegría, y el zumbido de la máquina de trillar andando en la granja. “¿A qué he venido? ¿Qué pretendía encontrar?”. Mis manos estaban vacías. “¿Tal vez sea arriba después de todo?”. En el altillo estaban las manzanas. Bajo otra vez; en el jardín, la quietud de siempre, sólo el libro se había caído al césped.
   Pero lo habían encontrado en la sala. No es que uno pudiera verlos. Los cristales de la ventana reflejaban las manzanas, reflejaban las rosas; todas las hojas se veían verdes en los cristales. Si se movían en la sala la manzana mostraba su costado amarillo. Aún, un instante después, si la puerta se abría, se desparramaba por el piso, se trepaba por las paredes, colgaba del techo, ¿qué cosa? Mis manos estaban vacías. La sombra de un tordo cruzó la alfombra. Desde el más profundo de los silencios se escuchó su sonido alegre. “A salvo, a salvo, a salvo”, el pulso de la casa latía con tranquilidad. “El tesoro está enterrado; la habitación…” el pulso se detuvo de repente. ¿Ese era el tesoro enterrado?
   Un momento después la luz se extinguió. ¿Estábamos en el jardín entonces? Pero los árboles se removían para atrapar el último rayo de sol. Tan bello, tan extraño, hundiéndose lentamente bajo la superficie: el rayo que buscaba siempre se apagaba detrás del cristal. El cristal era la muerte; la muerte estaba entre nosotros; alcanzó a la mujer primero, hacía cientos de años. La casa quedó vacía, las ventanas selladas, las habitaciones oscuras. La dejó, se fue hacia el norte, hacia el este, vio salir a las estrellas en el cielo del sur; buscó la casa, la encontró abandonada bajo las colinas. “A salvo, a salvo, a salvo”, el pulso de la casa latía con alegría. “El tesoro es tuyo”.
   El viento ruge por la avenida. Los árboles se balancean de un lado al otro. Los rayos de luna caen intensos sobre la lluvia. Pero la luz de la lámpara cae directo desde la ventana. La vela arde recta, inmóvil. Deambulan por la casa, abren las ventanas, susurran para no despertarnos, la pareja de fantasmas busca su contento.
   “Aquí dormíamos”, dijo ella. Y él agregó, “besos infinitos”. “Caminar por la mañana”. “El plateado entre los árboles”. “Arriba”. “En el jardín”. “Al llegar el verano”. “Durante las nevadas de invierno”.
   Las puertas se cierran a la distancia, despacio, como el latido de un corazón.

   Se acercan; se detienen en la entrada. El viento sopla, las plateadas gotas de lluvia se deslizan por la ventana. Nuestros ojos se oscurecen; no escuchamos pasos detrás; no vemos ninguna mujer extender su manto fantasmal. Él lleva la linterna. “Mira”, susurra él, “profundamente dormida. Hay amor en sus labios”.
   Inclinándose, cargando la lámpara plateada sobre nosotros, nos miran durante un largo rato. El viento sopla fuerte; la vela se inclina apenas. Salvajes rayos de luna cruzan el suelo y la pared y, al chocarse, iluminan los rostros inclinados; los rostros cavilosos, los rostros que buscan a los durmientes y a su felicidad escondida.
   “A salvo, a salvo, a salvo”, el corazón de la casa late orgulloso. “Tantos años”, susurra él, “y me has vuelto a encontrar”. “Aquí”, murmura ella, “durmiendo; en el jardín, leyendo, riendo, llevando las manzanas al altillo. Aquí dejamos nuestro tesoro”. Inclinados, sus luces me hicieron abrir los ojos. “¡A salvo, a salvo, a salvo!”. El pulso de la casa late con fuerza. Me despierto y digo “Oh, ¿es éste su tesoro enterrado? La luz del corazón”.


 
En Cuentos completos, traducción Micaela Ortelli

Los textos forman parte de estudio en ejercicios de taller.- 

viernes, 31 de julio de 2020

SILVINA OCAMPO Las leyes del Cielo y del Infierno





INFORME DEL CIELO Y DEL INFIERNO


A ejemplo de las grandes casas de remate, el Cielo y el Infierno contienen en sus galerías hacinamientos de objetos que no asombrarán a nadie, porque son los que habitualmente hay en las casas del mundo. Pero no es bastante claro hablar sólo de objetos: en esas galerías también hay ciudades, pueblos, jardines, montañas, valles, soles, lunas, vientos, mares, estrellas, reflejos, temperaturas, sabores, perfumes, sonidos, pues toda suerte de sensaciones y de espectáculos nos depara la eternidad.
Si el viento ruge, para ti, como un tigre y la paloma angelical tiene, al mirar, ojos de hiena, si el hombre acicalado que cruza por la calle, está vestido de andrajos lascivos; si la rosa con títulos honoríficos, que te regalan, es un trapo desteñido y menos interesante que un gorrión; si la cara de tu mujer es un leño descascarado y furioso: tus ojos, y no Dios, los creó así.
Cuando mueras, los demonios y los ángeles, que son parejamente ávidos, sabiendo que estás adormecido, un poco en este mundo y un poco en cualquier otro, llegarán disfrazados a tu lecho y, acariciando tu cabeza, te darán a elegir las cosas que preferiste a lo largo de la vida. En una suerte de muestrario, al principio, te enseñarán las cosas elementales. Si te enseñan el sol, la luna o las estrellas, los verás en una esfera de cristal pintada, y creerás que esa esfera de cristal es el mundo; si te muestran el mar o las montañas, los verás en una piedra y creerás que esa piedra es el mar y las montañas; si te muestran un caballo, será una miniatura, pero creerás que ese caballo es un verdadero caballo. Los ángeles y los demonios distraerán tu ánimo con retratos de flores, de frutas abrillantadas y de bombones; haciéndote creer que eres todavía niño, te sentarán en una silla de manos, llamada también silla de la reina o sillita de oro, y de ese modo te llevarán, con las manos entrelazadas, por aquellos corredores al centro de tu vida, donde moran tus preferencias. Ten cuidado. Si eliges más cosas del Infierno que del Cielo, irás tal vez al Cielo; de lo contrario, si eliges más cosas del Cielo que del Infierno, corres el riesgo de ir al Infierno, pues tu amor a las cosas celestiales denotará mera concupiscencia.
Las leyes del Cielo y del Infierno son versátiles. Que vayas a un lugar o a otro depende de un ínfimo detalle. Conozco personas que por una llave rota o una jaula de mimbre fueron al Infierno y otras que por un papel de diario o una taza de leche, al Cielo.




 
En El pecado mortal, selección de José Bianco, EUDEBA, Buenos Aires, 1966
Silvina Inocencia Ocampo (Buenos Aires 28 de julio de 1903 - 14 de diciembre de 1993)



Los textos forman parte de estudio en ejercicios de taller.-

martes, 2 de junio de 2020

TALLER VIRTUAL Lectura y escritura creativa Coordina José María Pallaoro



TALLER VIRTUAL Coordina José María Pallaoro
Lectura y escritura creativa

.

jueves, 6 de febrero de 2020

TALLER LITERARIO CITY BELL y LA PLATA 2020 Inicia en marzo


 TALLER LITERARIO CITY BELL y LA PLATA
Abierta la inscripción
Inicia en marzo de 2020


Por ahora estos son los días y horarios (la frecuencia de los talleres es semanal):

TALLER LA PLATA Grupal (51 casi 20, a pasos de plaza Islas Malvinas), inicia jueves 5 de marzo, dos grupos:
JUEVES a las 17
JUEVES a las 19

TALLER CITY BELL Grupal (471 esquina 29), inicia miércoles 4 de marzo
MIÉRCOLES a las 18
Taller de solo lectura
Para el taller individual, charlamos posibles días y horarios

Te ayudo a pensar, organizar, plasmar tu libro. Plaqueta. Cuaderno. Serie de textos.
No es necesario experiencia previa ni en talleres, ni en escritura. Sólo amar la lectura.
Tu consulta no molesta.

 
Eso sí, imprescindible buena onda, cada grupo se arma y se nutre a sí mismo. Los encuentros tienden a la belleza y al conocimiento, en el equilibrio y la armonía del pensar con otros. No competimos. No damos cátedra. Aprendemos juntos.