"Y recordá / la vida / no es más que estos pedazos de nosotros / compartidos con los demás"

jueves, 19 de julio de 2018

LAURA WITTNER Felices por error














TALLER LAURA WITTNER
(Buenos Aires, 1967)
EPIGRAMA



Dijiste algo y entendí mal.
Los dos reímos:
yo de lo que entendí,
vos de que yo festejara
semejante cosa que habías dicho.
Como en la infancia,
fuimos felices por error


En Diario de Poesía, n° 48, 1998/99
Foto: Cuaderno de tapa azul, Jmp

Los textos forman parte de estudio en ejercicios de taller.-

viernes, 13 de julio de 2018

CRISTINA PERI ROSSI Entonces me dijeron que un poema no servía















TALLER CRISTINA PERI ROSSI 
(Montevideo, Uruguay, 12 de noviembre de 1941)
PARA QUÉ SIRVE LA LECTURA

Me llaman de una editorial
y me piden que escriba
cinco folios sobre la necesidad de la lectura

No pagan muy bien
¿quién podría pagar bien por un tema así?
pero de todos modos
necesito el dinero

así que enciendo el ordenador y me pongo a pensar
sobre la necesidad de la lectura
pero no se me ocurre nada

es algo que seguramente sabía cuando era joven
y leía sin parar
leía en la Biblioteca Nacional
y en las bibliotecas públicas

leía en las cafeterías
y en la consulta del dentista

leía en el autobús y en el metro

siempre andaba mirando libros

y me pasaba las tardes en las librerías de usados
hasta quedarme sin un duro en el bolsillo

tenía que volver a pie a casa

por haberme comprado un Saroyan o una Virginia Woolf

Entonces los libros parecían la cosa más importante de la vida

fundamental

y no tenía zapatos nuevos
pero no me faltaba un Faulkner o un Onetti
una Katherine Mansfield o una Juana de Ibarbourou

ahora la gente joven está en las discotecas
no en las bibliotecas

yo me hice una buena colección de libros
ocupaban toda la casa

había libros en todas partes
menos en el retrete

que es el lugar donde están los libros
de la gente que no lee

a veces tenía que seguirle durante mucho tiempo
las huellas a un libro que había salido en México
o en París

una larga pesquisa hasta conseguirlo

No todos valían la pena
es verdad
pero pocas veces me equivoqué
tuve mis Pavese mis Salinger mis Sartre mis Heidegger
mis Saroyan mis Michaux mis Camus mis Baudelaire
mis Neruda mis Vallejo mis Huidobro
para no hablar de los Cortázar o de los Borges
siempre andaba con papelitos en los bolsillos
con los libros que quería leer y no encontraba
por allí andaban los Pedro Salinas y los Ambrose Bierce
la infame turba de Dante

pero ahora no sabía decir para qué maldita cosa
servía haber leído todo eso

más que para saber que la vida es triste

cosa que hubiera podido saber sin necesidad de leerlos

Cuando habían pasado cinco horas yo todavía no había escrito
una sola línea
así que me puse a escribir este poema
Llamé a los de la editorial
y les dije creo que para lo único que sirve
la lectura
es para escribir poemas

no puedo decirles más que eso

entonces me dijeron que un poema no servía,
que necesitaban otra cosa.


De Playstation, 2009


     Hay dos ideales de escritora: “la poeta” (o “el poeta”) que desprecia los otros géneros porque tiene una idea muy elevada de la poesía, y una escritora que, como yo, piensa que la literatura –hasta la poesía– se expresa en diferentes formas, no exclusivamente en verso, y ni siquiera, siempre, en verso. Mi ideal es una escritura lo más abarcadora posible, y hay “asuntos” –por no decir temas-  que exigen más lo narrativo que lo metafórico, y no he querido renunciar a ellos.  Como lectora, no podría renunciar a los  cuentos de Salinger o de Saroyan, ni a la gran novela de Proust, ni a los inteligentísimos ensayos de McLuhan o de  Susan Sontag, de modo que, como escritora, he pretendido abarcar todas esas formas de expresión, pero teniendo en cuenta que la escritura es, siempre, artificio (arte hecho), es decir, creación deliberada de belleza. Aún la belleza de la fealdad o del mal. (No en vano Baudelaire tituló su poemario Las flores del mal.)
     En cuanto a la poesía, es una esencia, no una forma. Yo encuentro tanta poesía –desolada,  solitaria, final– en un cuadro de Hopper como en una película de Visconti, un grabado de Eduardo Sanz o, a veces, en el gesto de una mano, en una mirada. Como toda esencia, la poesía es irreductible: no se puede definir. No hay poesía en todos los poemas –hay más mala poesía publicada que buena  y está bien que así sea: si toda fuera buena, no podríamos distinguirla de la que no lo es–  pero a veces la hay también, y mucha, en otras formas de expresión.
     Para mí, la poesía es percepción y emoción, asuma la forma que asuma (verso, palabra, relato, escena, composición musical). Pero no cualquier percepción ni cualquier emoción. Se trata de una percepción no vulgar, de una emoción no vulgar. La poesía exige un refinamiento de los sentidos y de la inteligencia.  Como se trata de una percepción, tenemos que ser muy humildes: yo he escuchado decir que hay poesía en un gol de Ronaldinho, y para quien lo dice, eso es poesía.  La poesía está en la mirada de quien contempla, no en la cosa en sí. Está en la percepción, no en el objeto.
Para mí (la poesía) cumple dos funciones: primero, es la memoria de las emociones y de los sentimientos. Nos da la identidad contra el olvido. La segunda función es la de espejo, es el otro lado del espejo de lo real: abre las puertas para acceder a esa zona de lo íntimo a la que la novela no llega, porque cuenta hechos. A la poesía le basta con expresarlos.



Los textos forman parte de estudio en ejercicios de taller.-

martes, 10 de julio de 2018

GUILLERMO SAAVEDRA Hacer hablar al instante antes de que se zambulla en el olvido

Sandro Penna








TALLER GUILLERMO SAAVEDRA
(Buenos Aires, 7 de octubre de 1960)
PENNA EN SU HORA

     Esta es la hora en que una poesía como la de Sandro Penna (Perugia, 1906-Roma, 1977) cobra todo su espesor. Porque sus versos, sencillos en apariencia, perfectos sin ninguna duda, montados a menudo sobre la música tan italiana del endecasílabo, son hijos del susurro. No el de quien no se atreve a pronunciar, pongamos por caso, su homosexualidad (Penna nunca la ocultó y eso le valió más de un disgusto), sino el de aquel que huye del énfasis porque comprende que este es enemigo de lo efímero, de lo volátil, de lo que nunca se anima a ser del todo y se resiste, no obstante, a desaparecer. Contemplativo y bohemio, pobre habitante de trenes y de bares en horas como esta, insisto, en que el día está “hecho de cosas más que de personas”, Penna es de algún modo la antípoda exacta de la intelectualidad hermética y a veces glacial de Eugenio Montale. Amigo de Umberto Saba, de Pier Paolo Pasolini y de Natalia Ginzburg, su mejor semblanza la trazó precisamente la autora de Querido Miguel, afecta como Penna a los módicos regalos del día: “De la felicidad, solo pidió las migajas y los céntimos”. Me atrevo aquí, enamorado de la hora y por lo tanto en vena amable para Penna, a una versión espontánea, más atenta al ritmo que a la literalidad, de uno de sus poemas. Lluvia, mundo y luz juegan aquí entre sí a las escondidas, presentados desde la materialidad de las palabras antes que a partir de su sentido. Y así el poema consigue su objetivo: hacer hablar al instante antes de que se zambulla en el olvido.


Las puertas del mundo no saben
que afuera la lluvia lo busca.
Lo busca. Lo busca. Paciente
se pierde, regresa. La luz
ignora la lluvia. La lluvia
ignora la luz. Las puertas,
las puertas del mundo se cierran:
cerradas al agua,
también a la luz.


Le porte del mondo non sanno
che fuori la pioggia le cerca.
Le cerca. Le cerca. Paziente
si perde, ritorna. La luce
non sa della pioggia. La pioggia
non sa della luce. Le porte,
le porte del mondo son chiuse:
serrate alla pioggia,
serrate alla luce.


Los textos forman parte de estudio en ejercicio de taller.-