"Y recordá / la vida / no es más que estos pedazos de nosotros / compartidos con los demás"

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Ezra Loomis Pound – Versos gnómicos



VERSOS GNÓMICOS

Cuando el asado humeaba en el horno escupiendo negrura,
me sentí desconcertado y no supe qué hacer,
pero cuando estaba sumergido en la contemplación de los bellos versos de Li Po,
este pensamiento vino sobre mí:
cuando el asado humea, échale agua.


Versión: Jorge Aulicino

Ezra Loomis Pound (1885-1972)

Foto: Franz Larese, Erker-Galerie, Easter 1971, Burano, Italy

lunes, 23 de noviembre de 2009

John Berger – 8 ½


8 ½

¿Por qué no has leído ninguno de mis libros?

Me gustaban los libros que me llevaban a otra vida. Por eso leía los libros que leía. Muchos. Todos trataban de una vida real, pero no de lo que me pasaba a mí cuando volvía a abrirlo por donde lo había dejado la última vez. Cuando leía perdía el sentido del tiempo. Las mujeres siempre sienten curiosidad por las vidas de los otros; la mayoría de los hombres son demasiado ambiciosos para entenderlo. Otras vidas, otras vidas que has vivido antes o que podrías haber vivido. Y esperaba que tus libros trataran de otra vida que yo sólo quería imaginarme, no vivir; imaginarla por mi misma, sola, sin palabras. Así que mejor no los leía.

Hoy corro el riesgo de escribir tonterías.

Escribe lo que descubras.

Nunca sabré lo que he descubierto.

No, nunca lo sabrás. Lo único que tienes que saber es si mientes o tratas de decir la verdad, ya no te puedes permitir equivocarte en esta distinción.





En: “Aquí nos vemos”, Alfaguara, 2006. Trad.: Pilar Vázquez.
John Berger, Londres, 1926.
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viernes, 9 de octubre de 2009

Eugenio Mandrini – No todo es desierto en el desierto


NO TODO ES DESIERTO EN EL DESIERTO

En los tiempos en que gobernaban los poetas se castigaba duramente a quienes no lo eran, como el caso de ese que fue abandonado en el desierto donde, sin embargo, no murió de sol, ni de frío, ni de sed de hambre, ni de hambre de sed, ni de no saber nadar cuando el viento hacia oleajes de las dunas, ni de inmensidad, ni de ausencia de oasis o lluvia o manta en la noche de fiebre. Y ni siquiera murió de muerte.

Se hizo espejismo.

Sus camaradas de fulgor coinciden en reconocer que nunca hubo en el desierto un poeta como él en el viejo arte de crear visiones de la nada.

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En. “El límite de la palabra. Antología del microrrelato argentino contemporáneo”, Menoscuarto Ediciones, 2007
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Eugenio Mandrini nació en Buenos Aires en 1936. Poeta y narrador. En 2008 ganó el premio de poesía “Olga Orozco”, organizado por la Universidad Nacional de San Martín (UNSaM) a través de su revista Nómada y la Cátedra Abierta de Poesía Latinoamericana, que contó como jurado a: Francisco Gamoneda, Juan Gelman, Gonzalo Rojas –los tres premio Cervantes– y Jorge Boccanera.
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sábado, 5 de septiembre de 2009

Vicente Battista - El nacimiento


Los antropólogos de la Universidad de Duke, en los Estados Unidos, estiman que el hombre de Neandertahl, que habitó la tierra hace más de cuatrocientos mil años, poseía el don de la palabra. Esta novedad podría contestar una pregunta que hasta hoy no tenía respuesta.

Para encontrar esa respuesta habrá que retroceder hasta una tribu de Neanderthal, una noche en especial. Los hombres y mujeres están alrededor del fuego, buscan calor y celebran el fin de otra jornada. A la mañana de ese mismo día, los hombres habían partido de caza en busca de alimentos. Las mujeres, en tanto, cuidaban a sus críos. Ahora que el sol ya se fue, es tiempo de descanso y de contar las experiencias del día. Cada hombre dice como atrapó a la presa que perseguía. No saben mentir.

Pero para uno de estos hombres la caza había sido un fracaso. Cuando llega su turno, no tiene proezas para contar. Entonces decide inventarlas. Miente una cacería imposible. Lo hace con tal perfección que transforma una mentira en una historia bella y apasionante. Todos piden que la repita.

Aquella noche, sin saberlo, ese anónimo hombre de Neanderthal acababa de inventar la literatura.

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De: En frasco chico.
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Vicente Battista nació en Buenos Aires en 1940. Integró la redacción de la revista literaria El escarabajo de oro y fundó y dirigió la revista Nuevos Aires. Entre 1973 y 1984 vivió en Barcelona y en las Islas Canarias. Su primer libro de cuentos, Los muertos, fue premiado por la Casa de las Américas y el Fondo Nacional de las Artes. El libro de cuentos El final de la calle recibió el Primer Premio Municipal de la Ciudad de Buenos Aires. Escribió varias novelas, entre las que se destacan Siroco y Sucesos Argentinos.
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jueves, 6 de agosto de 2009

Sandra Russo - Canción



CANCIÓN


     Un día dijiste que esa canción era para mí. Y no importaba la canción, porque en ese momento sellaste mi oído con esa música ligeramente triste y esa letra que habla de un tren. Cómo son las cosas. Dijiste que esa canción era para mí, y en ese instante, bañaste nuestro mundo con ella. Su melodía me empapa cuando te extraño. Y esa despedida y ese tren me hacen sentir que cada día es cada día, y que el amor es como un hijo repentino que uno no cuida bien.



De: Erótika, La Página, 2008.
Sandra Russo, periodista y escritora.


Los textos forman parte de estudio en ejercicios de taller. - 

lunes, 13 de julio de 2009

Mario Trejo: Apuntes para una crítica de la razón poética


APUNTES PARA UNA CRÍTICA DE LA RAZÓN POÉTICA


Digamos, por ejemplo:
por un punto dado fuera de la luna
sólo podrá trazarse a dicha luna
una perpendicular y sólo una.

O también:
llámase barroco a todo aquel
para quien la distancia menor
entre dos puntos
es la curva.

Proposición:
pasar de la poética de la moral
a la moral poética.

Ejemplo:
de dos peligros debe cuidarse el hombre nuevo:
de la derecha cuando es diestra
de la izquierda cuando es siniestra.

En resumen:
más vale ser cabeza de león que cola de ratón.

El mejor modo de esperar es ir al encuentro.


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Mario Trejo. La Plata?, 1926.
De: El uso de la palabra, 1979.

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miércoles, 24 de junio de 2009

Joaquín Giannuzzi, El poeta pequeño se despierta en estado de alerta


EL POETA STANDARD

El poeta pequeño
se despierta en estado de alerta:
las palabras que amontonó en la noche
se le hacen imposible de retener
y corre a sentarse a la mesa al amanecer.
Así que a lo largo del día
suelta incesantes imágenes continuas,
olvida el desayuno
y otras necesidades menores del destino.
En resumen, un frenesí creador
pero de resultado artístico dudoso.
¿Pero quién podría decirlo, diseñar lo perdurable,
medir la exacta distancia
entre el entusiasmo y su obra?
¿Por qué el día habría de quedar perdido?
Lo que importa es poner huevos
no en eternidad sino en el tiempo:
allí donde los errores, rotas las cáscaras,

deben rendir cuentas a la luz.



Joaquín Giannuzzi
Buenos Aires, 1924- Salta, 2004

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viernes, 8 de mayo de 2009

Roberto Themis Speroni: Soneto a Paula



Soneto a Paula


Para que alguna vez cuando yo muera
digas: "El cazador, el silencioso..."
te he de explicar por qué no maté al oso
cuando tu voz ansiosa lo exigiera.

Primero, yo no mato en primavera;
segundo, en el invierno duerme el oso;
tercero, en el verano es tan gracioso
que no puedo matarlo aunque quisiera.

Por eso Paula, quiero que te acuerdes
de un viejo cazador con ojos verdes
que dejó su fusil y su cuchillo

para contarte una pequeña historia
sin oso, sin angustia, sin memoria,
un cuento, nada más, claro y sencillo.


Roberto Themis Speroni 
(La Plata, 1922-1967)

viernes, 24 de abril de 2009

Jorge Aulicino: Buenos momentos en el sanatorio



Buenos momentos en el sanatorio


Se distrae en el sanatorio mirando
reproducciones de Claude Monet.
Se detiene frente a la de Port d`Argenteuil
que está frente a la cocina.
No le interesa ya el “efecto Monet” que venía siguiendo
sino la copa de esos árboles al otro lado del río.
“Este es un cuadro naturalista”, se dice,
“puesto que Monet atrapó la felicidad de esos árboles.
¿O la felicidad de esos árboles sólo la vemos Monet y yo?
Pero sin duda es la misma felicidad que yo veo en los árboles reales”.

De pronto se abre a su espalda una puerta
y el pasillo es invadido por la fragancia del café.
Como si abriera una grieta en su pensamiento
otro éxtasis.


De: Hombres en un restaurante, 1994.
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Jorge Aulicino nació en Buenos Aires en 1949.
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Edgar Bayley (1919-1990): La claridad



La claridad


Me ha tentado siempre la claridad
Y la claridad se me ha negado a veces
Como un pájaro que vuela en sueños
Y cae y sigue cayendo
Sin volar
Como peso muerto

Me ha tentado siempre la claridad
Especialmente la claridad de las hojas de saúco
También la claridad del guijarro
Y de las ramas de abeto
Y la rápida y voraz claridad de una salamandra

He querido tener claridad para mirar
Los terrones del campo recién removido
Y para mirar también el mismo arado
Y el agua que se desliza límpida por la acequia

Claridad he querido para recorrer tantos sueños
Y glorias y poderes y dispersas situaciones y gentes
Y para estar en el aire sin ausentarme del fuego

Me ha tentado siempre la claridad
De estar totalmente en cada flor
En cada herida o condena o semilla
He querido tener claridad para vivir

Y cuando al fin pude definir la claridad que yo buscaba
Advertí cuánto sueño y plumón y roja tierra
Y confusión y olvido hacen falta para comprender claramente
Y estar aquí con total lucidez sentado a la vera del camino
Avivando el fuego bajo el cielo y el polvo de las horas

Y como me ha tentado siempre la claridad
Aquella vez cuando bajo un abierto y extendido sol
Comenzaron a encresparse las aguas de la bahía
Hasta adquirir un tinte violáceo
Y un gran pájaro blanco surgió de repente de entre las nubes
Batiendo sus alas y revoloteando suavemente a mi alrededor
Decidí que era el momento de arrojar estas palabras al mar
Porque la claridad que tanto he buscado
Sólo está en algunos silencios
En algunos espacios en blanco
Antes y después de unas pocas y triviales palabras


De: Alguien llama, 1983
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Néstor Mux: Cuaderno escolar



Cuaderno escolar


1956 es un año que se repite en los márgenes.
Hay arañas inocentes dudando en la caligrafía.
Hay temas demasiado áridos como para que aquel cachorro
de perro o de hacedor de versos
les encontrara algún sentido.
Pero al abrirlo y sentir el olor a la tinta apagada,
cerrando los ojos me he vuelto a ver
en el patio modesto, de pie
junto a la silla de mi madre.
Ella tratando de enseñarme a dividir.
Yo comenzando a llorar porque no entiendo.


De: Poemas (1985)

___:

Néstor Mux, La Plata, 1945.
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domingo, 15 de marzo de 2009

Ana María Shua - En la silla de ruedas



En la silla de ruedas



Tía Petra se finge paralítica para vivir en su silla de ruedas, tapada con una manta escocesa que oculta sus patas de cabra, su cola de pez, su mitad serpiente. Los sobrinos le quitamos la manta mientras dormía y vimos las dos piernas de niño, pequeñas y delgadas, que siempre se pone para dormir.

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Ana María Shua, Buenos Aires 1951
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