"Y recordá / la vida / no es más que estos pedazos de nosotros / compartidos con los demás"

viernes, 12 de abril de 2019

GRACIELA ABAL ¿Y si fuera verdad que Dios existe?

Graciela Abal

Hermeto, Carolina, JM, Bechara, Laura, Justine y Graciela

HOMENAJE 

DIOS

¿Y si fuera verdad que Dios existe?
¿Y si me perdiera de algo trascendente y vital
por tener esta bendita cabeza sobre mis hombros?
¿Me perdería realmente el poder de su palabra divina? 
“Las divinas palabras no existen” le dijo él desinteresadamente
como quien no le diera importancia
al extraño y pequeño comentario.
No habló más. Todo se diluyó
en el aire de la tarde vacía.

Graciela lee, Hermeto y Mechi escuchan concentrados

NO ES

Si la angustia
ésta que siento
fuera evanescente
pesaría lo que un colibrí
Pero no
tiene peso
tanto que cae
la escucho latir
moverse debajo de la piel
acomodarse

Es una lástima que no sea evanescente


SUS ANTEOJOS

Quedaron sobre la pequeña mesa de madera
Inertes
Opacos
Vacíos

Olvidando el reflejo de esa mirada que ya no está del otro lado
Olvidando esos ojos que detrás fueron su razón
¿Alguien los encontrará?

Otros seguro
No sabrán
no podrán
con ese objeto inerte
vacío y opaco
que quedó olvidado
sobre la pequeña
mesa
de
madera

09 2014

Graciela, Mux, Hermeto, Justine, JM, Carolina y Laura

Leo literatura por necesidad. Busco respuestas, salidas, miradas que expliquen, que muestren otros mundos, otras vidas. Así desde que aprendí a leer. Desde Alicia en el país de las maravillas a Rayuela.

Nunca pensé en la literatura como otro diferente a mí, pero interpretando y jugando con esto me animo a decir que es la relación más larga, intensa y posesiva que tuve nunca. Escribir esto ya me hizo recordar porque también aprendí a leer.

Me gusta mucho la narrativa porque me lleva a recorrer, a caminar y entrar en lugares, en historias, a imaginar personas, sensibilidades, deseos. Eso me da placer.

Con la poesía, no sé, por su forma, su intensidad, por esa manera de hacerme sentir rara, por todo eso, la siento imponente, avasallante, certera y peligrosa. Como si leer poesía ya me pusiera en jaque, interpelada por esas palabras ordenadas, precisas que me interrogan. No sé, una sensación. Desde José Sebastián Tallón en la infancia con su “Canción de las preguntas”;  o con los versos de Lorca que me leía mi abuela en la Casada Infiel, o “Silencio de cal y mirto” (si ahora sin más parece que la escucho) hasta con Circe Maia en implacables palabras “De tanto imaginar conversaciones…” ¿Quién puede no sentirse tocado cuando un poema comienza así?

En cuanto al taller, me interesa despertarme un poco, imaginar y aprender a escribir lo que me sale perfecto con las palabras pensadas, condensar pensamientos intensos. Decir, encontrar esa palabra que signifique un conjunto de otras que no se ven pero se sienten. Esta sería mi primera vez con la poesía.

Últimos cinco  libros leídos: El aliento del Cielo (Carson McCullers); Cuentos Completos (Flannery O Connor); Obra poética (Circe Maia); La hora de la estrella (Clarice Lispector);Campo de Sangre (Dulce María Cardoso); Nueve Noches (Bernardo Carvahlo).

Todos me gustaron muchísimo, pero vibré con Lispector. Dominante, frontal, frágil y terriblemente intensa su narrativa. La introspección, esa descripción tan exacta de sentimientos tan complejos que se activan y florecen con situaciones tan simples como comenzar a dar clases o tomar un café con alguien. Me conmueve.

Los libros que leí alguna vez y no me gustan  para nada: Diario de un mal año (J. M. Coetzee); “El niño proletario” (Osvaldo Lamborghini). Alberto Laiseca en cualquiera de sus formas. Intenté varios y no me gusta nada, nada.

GA, 06 2014


Graciela Abal (City Bell, 9 de junio de 1964 – 10 de abril de 2019)
Fotos: de la talita dorada