Graciela Abal |
Hermeto, Carolina, JM, Bechara, Laura, Justine y Graciela |
DIOS
¿Y
si fuera verdad que Dios existe?
¿Y
si me perdiera de algo trascendente y vital
por
tener esta bendita cabeza sobre mis hombros?
¿Me
perdería realmente el poder de su palabra divina?
“Las
divinas palabras no existen” le dijo él desinteresadamente
como
quien no le diera importancia
al
extraño y pequeño comentario.
No
habló más. Todo se diluyó
en
el aire de la tarde vacía.
Graciela lee, Hermeto y Mechi escuchan concentrados |
NO ES
Si la
angustia
ésta
que siento
fuera
evanescente
pesaría
lo que un colibrí
Pero
no
tiene
peso
tanto
que cae
la
escucho latir
moverse
debajo de la piel
acomodarse
Es una
lástima que no sea evanescente
SUS ANTEOJOS
Quedaron
sobre la pequeña mesa de madera
Inertes
Opacos
Vacíos
Olvidando
el reflejo de esa mirada que ya no está del otro lado
Olvidando
esos ojos que detrás fueron su razón
¿Alguien
los encontrará?
Otros
seguro
No
sabrán
no
podrán
con
ese objeto inerte
vacío
y opaco
que
quedó olvidado
sobre
la pequeña
mesa
de
madera
09 2014
Graciela, Mux, Hermeto, Justine, JM, Carolina y Laura |
Leo literatura
por necesidad. Busco respuestas, salidas, miradas que expliquen, que muestren
otros mundos, otras vidas. Así desde que aprendí a leer. Desde Alicia en el país de las maravillas a Rayuela.
Nunca pensé en
la literatura como otro diferente a mí, pero interpretando y jugando con esto
me animo a decir que es la relación más larga, intensa y posesiva que tuve
nunca. Escribir esto ya me hizo recordar porque también aprendí a leer.
Me gusta mucho
la narrativa porque me lleva a recorrer, a caminar y entrar en lugares, en
historias, a imaginar personas, sensibilidades, deseos. Eso me da placer.
Con la poesía,
no sé, por su forma, su intensidad, por esa manera de hacerme sentir rara, por
todo eso, la siento imponente, avasallante, certera y peligrosa. Como si leer
poesía ya me pusiera en jaque, interpelada por esas palabras ordenadas,
precisas que me interrogan. No sé, una sensación. Desde José Sebastián Tallón
en la infancia con su “Canción de las preguntas”; o con los versos de Lorca que me leía mi
abuela en la Casada Infiel, o “Silencio de cal y mirto” (si ahora sin más
parece que la escucho) hasta con Circe Maia en implacables palabras “De tanto
imaginar conversaciones…” ¿Quién puede no sentirse tocado cuando un poema
comienza así?
En cuanto al
taller, me interesa despertarme un poco, imaginar y aprender a escribir lo que
me sale perfecto con las palabras pensadas, condensar pensamientos intensos.
Decir, encontrar esa palabra que signifique un conjunto de otras que no se ven
pero se sienten. Esta sería mi primera vez con la poesía.
Últimos
cinco libros leídos: El aliento del Cielo (Carson McCullers);
Cuentos Completos (Flannery O Connor);
Obra poética (Circe Maia); La hora de la estrella (Clarice
Lispector);Campo
de Sangre
(Dulce María Cardoso); Nueve Noches (Bernardo
Carvahlo).
Todos me
gustaron muchísimo, pero vibré con Lispector. Dominante, frontal, frágil y
terriblemente intensa su narrativa. La introspección, esa descripción tan
exacta de sentimientos tan complejos que se activan y florecen con situaciones
tan simples como comenzar a dar clases o tomar un café con alguien. Me
conmueve.
Los libros que
leí alguna vez y no me gustan para nada:
Diario de un mal año (J. M. Coetzee);
“El niño proletario” (Osvaldo Lamborghini). Alberto Laiseca en cualquiera de
sus formas. Intenté varios y no me gusta nada, nada.
GA, 06 2014
Fotos: de la talita dorada