LA EXPOSICIÓN EN BELLAS ARTES
El profesor me dijo: Yuna
–así me llaman– tus cuadros son dignos de integrar una exposición. Hasta puede
ser que alguno se venda.
Me alborozó tal alegría que
salté sobre el profesor con todo el cuerpo y quedé adherida al cuerpo del
profesor con los cuatro miembros: pies y piernas, y nos caímos juntos.
El profesor dijo que yo era
muy bonita, que cuando creciéramos íbamos a noviar y que me enseñaría cosas tan
bonitas como dibujar y pintar pero que no divulgara nuestro proyecto que en
realidad era sólo su proyecto y yo supuse que se trataría de exposiciones más
importantes y entonces volvía a asaltarlo y lo besé. Y él también con un beso
de color azul que me repercutió en lugares que no nombro porque no estaría
bien y entonces busqué una tela grande y sin dibujar pinté en rojo dos bocas
presionadas enganchadas, unidas, inseparables, cantarinas y dos ojos arriba,
azules de los que desmayaban lágrimas de cristal. El profesor, de rodillas besó
el cuadro y ahí se quedó, en la sombra y yo volví a casa.
Conté a mamá de la exposición
y ella, que no entendía de arte, contestó que esos mamarrachos informes de mis
cartones harían reír a los concurrentes a Bellas Artes, pero que si el profesor
quería, a ella no le iba ni le venía.
Cuando expuse, entre otras
obras de alumnos, me compraron dos cuadros. Lástima que uno fue el de los
besos. El profesor lo bautizó: “Primer amor”. A mí me pareció bien. Pero no
comprendí del todo el significado.
Yuna es una promesa decía el
profesor y esto me gustaba tanto que cada vez que lo decía me quedaba después
de hora para saltarle. Él nunca me retó. Pero cuando me crecieron las tetitas
me dijo que no lo saltara porque el hombre es fuego y la mujer paja. No
entendí. No salté ya.
Las primas, Editorial La
Página, Página/12, 2007.
Aurora Venturini nació en La
Plata el 20 de diciembre de 1921.
Poeta y narradora.
Muy bueno. Invita a leer la novela.
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