Por Graciela Abal *
¿Por qué un escritor deja de escribir?
¿Por qué un poeta vuelve, casi por azar,
a hacerlo? Estas son algunas preguntas que, inevitablemente, el lector piensa
cuando recorre las páginas de Disculpas
del irascible. En esta antología, breve, planteada inteligentemente por
Libros de la Talita Dorada, Mux elige, selecciona y ordena su mundo como
serpentina alrededor de la vida, y así nos permite a lectores ansiosos
fotografiar sus textos como instantáneas. Es justamente ahí donde vemos al
hombre y su circunstancia entrelazando
poesías cotidianas con un mundo de relaciones cercanas y profundas que
va construyendo con palabras simples y claras.
Su relación con la palabra escrita, esa
que parece abandonarlo o abandonarse a un desierto de fonemas sin grafías por
alrededor de veinte años, merece que nos detengamos para que surjan otras
preguntas.
¿Qué pasa con el poeta en ese antes y
después que parece marcar la selección que hoy tenemos en nuestras manos? ¿Por
qué el editor resuelve hilvanar algunos textos y dejarnos con ausencias sin
explicación?
Desde ese “pájaro desdichado y
luminoso” que define la poesía en “Imposibilidad
de la palabra” (Como quiera que sea, 1978)
hasta esa “música imprecisa” que le otorga al autor un aire recobrado y lo hace
respirar otra vez en Papeles a
consideración, 2004. Se suceden muchas cosas, un largo recorrido de casi
treinta años donde hechos, palabras, ausencias se mecen en un aire cremoso que
nos deja cautivos.
Los textos anticipan, traslucen la
complejidad y la posibilidad del ser ante la circunstancia, las elecciones, las
diatribas, los dilemas.
Por suerte, el poeta comparte
generosamente su derrotero sensible con nosotros, haciéndonos parte de su
cotidiano y mostrándonos que la vida puede ser, muchas veces, un sinnúmero de
eternidades, aproximaciones y aciertos como lo dice en el poema “Aprendizaje” (1978) o bien, un ladrido agónico, atado, sin
convicción como lo expresa tan desgarradamente en “Perros atados”, 1982.
“Un
cielo negro como el sol de los muertos…”
Ya en 1986, las cosas parecen dejarse ver
de otra manera, En Cosas que nos rodean,
Mux recupera la mirada en el aquí y ahora: lo que vemos, lo que tocamos y está
casi al tocar nuestras manos: la lámpara, la cama, el cuchillo, objetos que
usa para enhebrar el presente con el
pasado, y decirnos que lo que vemos es parte de un entramado grueso, pesado
algunas veces pero siempre con historia. Un telar que se construye lentamente a
través del tiempo dejando percibir su fragilidad y su modo discontinuo,
precipitado a veces, cadencioso otras, y señala, anticipa, juega con su tiempo
y con el tiempo natural, el que se percibe si observamos, si nos detenemos a
cruzarlos “… los tiempos del jazmín, se
toman su tiempo”. (“El jazmín de la pérgola”).
El tiempo, entonces, se subjetiviza. Y
tanto ayer como cuarenta años después de este hoy, Mux nos ofrece una serie de
poesías nuevas, imprevistas, musicales, intensas: Papeles a consideración
(2004), como si todavía no creyera que ese aire inexplicable que faltaba
llegó hoy, ahora, en este momento,
después de tanto, sin quererlo como una forma de enseñarle y enseñarnos que
“(…) Y por un rato, sólo por un rato
aquí se está bien con uno
y con el pobre Chopin, un siglo y medio después.”
* Integrante del taller Mundo
despierto.
Acerca de:
Disculpas
del irascible, Libros de la talita dorada, 2009.
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